COMO profesionales de la metamorfosis, durante el rodaje de Nasdrovia Hugo Silva y Leonor Watling han tenido que aprender expresiones en ruso y recurrir a mecanismos humorísticos como hablar directamente a cámara en aras de la verosimilitud que exige esta nueva serie de Movistar+. Durante el rodaje en Madrid -en un local abandonado transformado por completo para recrear el realista y opulento mundo del restaurante Nasdrovia- se escuchan palabras en un ruso con fuerte acento simulado, como corresponde a una comedia.

Palabras como Nasdrovia (salud), Davay (vamos) o Nakonets (por fin) son algunas de las que Hugo Silva ha aprendido para interpretar a Julián, un abogado que junto a su exmujer, Edurne (Watling), deciden abrir un restaurante ruso con la ayuda de Franky (Luis Bermejo), un excéntrico chef de San Petersburgo.

Bermejo es otro de los intérpretes que ha tenido que atreverse con el ruso. “Menya zovut Frenki, i ya zhivu v Rossii desyat’ let” (Me llamo Franky y he vivido durante 10 años en Rusia) pronuncia el actor orgulloso antes de asegurar que le encanta el idioma: “Tiene una sonoridad maravillosa”.

Mientras que para Leonor Watling el reto ha sido enfrentarse a la ruptura de la cuarta pared, esa pared imaginaria que separa al espectador del actor. “Cuando lo leí (en el guion) pensé sobre todo en Woody Allen, en Groucho Marx, ahora de repente se está usando porque funciona mucho y porque hay un recurso que ya no hay que son las risas, que se ha cambiado por alguien mirando a cámara”, explica la actriz.

Un recurso que se planteó para respetar el estilo del libro en el que se basa -El hombre que odiaba a Paulo Coelho, de Sergio Sarria, creador también de la serie- y para dar más libertad narrativa. “Los monólogos interiores de los personajes de la novela eran muy ricos y la fórmula de los parlamentos a cámara es lo que mejor se adaptaba”, explica Miguel Esteban, otro de los creadores de la serie. “Además ayuda a que el espectador sea cómplice de todos los momentos miserables que tienen ellos”, apunta Sarria.

Pero en su salto a la pantalla, la historia también ha sufrido modificaciones, como el convertir a Edurne en protagonista, en lugar de Julián, personaje principal en el libro. Uno de los motivos, han confesado los guionistas, es que el papel de una mujer potente, con carácter y sentido del humor sirve de contrapeso frente al universo testosterónico que supone en el imaginario colectivo la mafia rusa.

Lo que sí se conserva es la estética rusa del restaurante en el que se desarrolla estos días el rodaje, en el centro de Madrid. Un trabajo de cuatro semanas para hacer de un espacio abandonado el Nasdrovia del título, con muebles traídos de Rusia o diseñados exclusivamente para la serie.

El director de Arte, Jorge Fernández de Soto, ha explicado que se decidió rodar en este edificio de la calle de Atocha para tener más realismo, con unas conexiones con el exterior reales y porque es todo “un catálogo de texturas y de colores”. “Todas las localizaciones son súper auténticas, Madrid es muy protagonista”, ha resaltado Hugo Silva sobre un rodaje que ya ha pasado por escenarios como el Mercado de la Cebada, la plaza de Santa Bárbara o la de los Monteses, la calle de la Reina y la de Valverde.

Un esfuerzo de producción para lograr que el espectador se identifique con la crisis de los 40 que atraviesan los personajes.