No siempre es necesario sumergirse en una gran reforma para conseguir responder a las necesidades planteadas en el hogar. Puede ser el caso de dar un nuevo look a los espacios cambiando los suelos o pintando las paredes, o bien mejorar la red eléctrica o las conducciones de agua. Así, las obras menores son pequeñas reformas con una doble función: arreglar desperfectos y cambiar el aspecto de la vivienda.

La sustitución del solado tiene la capacidad de ganar luz, amplitud o continuidad entre los diferentes ambientes, así como dar calidez y modernizar la casa. Para ello, y según el tipo de uso al que vaya destinado el espacio y del gusto personal, se pueden elegir distintos materiales. Madera, laminado, cerámica, piedra natural y microcemento son los más recurrentes.

Solo con un suelo nuevo, el cambio apreciado en la vivienda es radical, con la ventaja de que no deja de ser una pequeña obra. Además, cada vez son más los suelos que se instalan sin tener que quitar el pavimento anterior. Solo con ello se reducen de forma notable la duración de la reforma, los escombros, el polvo y los ruidos, lo que resulta especialmente importante cuando se convive con las obras, sin mudarse durante las mismas. Sí será inevitable retirar los muebles y protegerlos para evitar que puedan dañarse en el transcurso de la reforma.

Aunque no hay una norma fija, apostar por un único suelo para toda la casa hará que se vea más amplia. Hoy en día, incluso hay en el mercado suelos de madera que soportan la humedad y son indicados para estancias como la cocina o el baño. Como consejo práctico, unificar colores y eliminar los perfiles que separan cada cambio de pavimento haciéndolo más fácil de limpiar.

Cuando se cambia el pavimento de la vivienda, lo habitual es elegir uno nuevo “a juego” con el suelo instalado. Otro punto importante, sobre todo si se ha colocado el suelo sobre el anterior, ya que es probable que haya que rebajar las baldosas o nivelar el material a instalar.

Fórmulas para acertar

Color. Un suelo claro dará luz y amplitud; mientras que uno oscuro recogerá y dará calidez al ambiente.

Textura. Los suelos con mucha textura y muchas juntas suelen ser difíciles de limpiar.

Tacto. Si no te decides entre un material u otro, lo más recomendable es probarlo con los pies descalzos. De este modo se tendrá una sensación real.

Resistencia. Si hay niños en casa, una de las mejores opciones son los laminados, ya que son resistentes y aguantan bien el trote de los peques.

Clima. Si vives en una zona fría, nada mejor que la madera. En cambio, si es calurosa, alíate con el frescor de la piedra o la cerámica.

Distintos materiales

La madera, como producto natural que es, al envejecer se transforma, por efecto de la luz y el propio uso que pueden cambiar su tono y aparecer golpes y rayaduras. Es un material cálido a la vista y al tacto y aporta un valor añadido a cualquier espacio. Es ecológico (para lo cual debe tener el certificado FSC o PEFC y que los barnices empleados sean naturales) y puede instalarse sobre el pavimento anterior, siempre que sea estable. Se puede reparar sin perder belleza y con un mínimo mantenimiento y los productos adecuados de limpieza puede ser un suelo para toda la vida. Cuando se muestra deteriorado, un acuchillado y barnizado profesional lo dejarán como nuevo. Si se elige una tarima clavada al suelo, se gana estabilidad y se minimiza el ruido de la pisada.

Si te gusta el aspecto de la madera pero buscas una opción más barata y más sufrida a manchas y rayaduras, el laminado es, sin duda, la mejor opción. Pero aunque más económica, no es tan duradera como la madera. Con el sistema click es fácil de instalar. En un solo día puede estar listo un piso de 100 m(2). Ofrece muchos acabados y no se decolora por el sol.

También hay un gres porcelánico que imita muy bien a la madera y no precisa mantenimiento. De hecho, los pavimentos cerámicos son todoterreno y muy sufridos. Son muy versátiles y se adaptan a cualquier estilo decorativo gracias a su enorme abanico de diseños y acabados que simulan a las piedras naturales y hasta al metal o ael cemento.

Hoy en día se comercializan formatos de baldosas XXL, no obstante, implican convivir con las juntas. Estas suelen ser piezas más caras y delicadas de instalar, por lo que conviene que sea un profesional quien se encargue de manipularlas.

Por su parte, la piedra natural es una cierto cuando se busca un pavimento natural, elegante, duradero y exclusivo, porque no hay dos iguales. Hay diferentes acabados, desde el natural, que está muy de moda, hasta el brillante, que crea ambientes sofisticados y "lujosos."

Entre sus ventajas figuran la de ser un pavimento sostenible, no se usan productos tóxicos ni en su extracción ni en su manipulación. Es duro y resistente al impacto - el granito más que el mármol-, fácil de limpiar y puede instalarse sobre el anterior.

Con todo, el acabado pulido pierde su brillo con el tiempo y para recuperarlo habrá que pulirlo de nuevo. El mármol, y sobre todo las calizas -muy porosas-, no se recomiendan para la cocina, ya que son sensibles a las manchas y productos agresivos. El granito es más sufrido pero, en toda la casa, sus marcados dibujos pueden llegar a cansar.

Por último, el microcemento es la alternativa perfecta si se busca un suelo continuo y unificado para toda la casa. Supone decir adiós a las juntas e incluso se puede personalizar el color. Por regla general se puede instalar sobre el anterior -siempre que sea estable- sin necesidad de rebajar las puertas, ya que suele presentar un grosor de unos 2-3 mm. Es importante tener en cuenta que, a menor grosor, mayor es su resistencia, y no al revés. Aunque existe un número limitado de colores se pueden hacer variaciones personalizadas. Es resistente al agua y su aplicación es artesanal a mano, por lo que cada obra es única. Se puede reparar fácilmente y se presenta en varios acabados: mate, satinado (la opción más recomendable), brillante y rústico (con una textura más rugosa).

Su particularidad es que al no ser una superficie homogénea, presenta aguas. Las paredes adquieren un aspecto sedoso que "cambia" de color y brillo en función de la incidencia de la luz. Es un material delicado a los golpes y puede rayarse. Y también agrietarse con los cambios de temperatura.

Cambio de alicatados, pinturas y tuberías

Otras obras menores como la sustitución del suelo son, por ejemplo, el cambio de los alicatados en las paredes de la cocina y los baños, que renuevan por completo la imagen de estas estancias al hilo de las tendencias de moda.

Por su parte, la pintura interior es clave en otros espacios, como los dormitorios o el salón, cuyas paredes pueden reflejar distintas sensaciones, véanse la de ampliar la estancia o hacerla mucho más luminosa en función del color elegido.

Los tonos blancos, en sus distintas gamas, como el blanco roto, o el piedra, con el gris claro a la cabeza, son junto al verde menta la paleta en boga.

Una vez decididos a pintar las paredes puede ser buen momento para alisar las mismas, quitando el gotelé si lo hubiera, más propio de tiempos pasados.

La sustitución de conducciones de agua y electricidad también obliga a realizar obras menores en la vivienda, que con el paso de los años son necesarias. Porque un hogar es un espacio vivo y como tal, se desgasta y requiere de una actualización periódica.