Cada vez son más las familias que reparten sus vacaciones a lo largo del año e intentan disfrutar de lo que brinda cada estación. El invierno es un gran momento para los amantes de la nieve: poder deslizarse por kilómetros de pistas blancas mientras admiran la naturaleza pero, también, es una época perfecta para sumergirse en baños termales, contemplar la fauna silvestre de la montaña o maravillarse con cielos repletos de estrellas.

suplementoscomerciales@ntm.eus Clavera, Oriol

El Pirineo de Lleida presenta todas estas posibilidades de ocio y cultura (y muchas más), por lo que se convierte en un destino obligado para descubrir con la familia, pasar unos días, resetear la mente y llenar la mochila de experiencias extraordinarias.

La nieve ha estado siempre presente en estas montañas y hace más de un siglo los primeros pirineístas empezaron a cruzarlas. Así se sembró la semilla de la que es hoy una sociedad que vive en torno a la montaña y la nieve como motor económico hasta convertir el Pirineo en un destino de referencia.

Reconexión y ‘slow life’

La cordillera fronteriza del Pirineo de Lleida, alejada de grandes focos urbanos y con cumbres que superan los tres mil metros, invita a incorporar un ritmo de vida más pausado, el llamado ‘slow life’, para reconectar así con el entorno, disfrutar de los paseos, las excursiones, los sabores…

Parque Nacional de Aigüestortes y Estany de Sant Maurici. Oriol Clavera

El paisaje natural que conforman los robledales, los hayedos, los bosques de ribera, los abetales, los pinares… son una joya para la vista. La biodiversidad del Pirineo es tan rica y diferente que atrapa a todo aquel que quiera admirarla. Dos de los principales atractivos en este sentido son el Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici, el único Parque Nacional de Cataluña, y el Parque Natural del Alt Pirineu. Sin duda, lugares fantásticos para todo tipo de público, pero sobre todo, muy apropiados para el turismo familiar.

Dos lugares muy recomendables para el turismo familiar son el Parque Nacional de Aigüestortes y Estany de Sant Maurici y el Parque Natural del Alt Pirineu.

Diversión sin límites en la nieve

Hasta once estaciones de esquí forman la radiografía del Pirineo de Lleida. Más de 500 kilómetros esquiables, que ofrecen una diversión ilimitada a los amantes de la nieve en todas sus variedades, con la máxima seguridad y atención en todos los servicios necesarios: esquí alpino, esquí nórdico, esquí de montaña...

Bajar por la estació de esquí de Baqueira Beret es una sensación única. Javier Alonso

Este año, las cinco estaciones de esquí nórdico de la demarcación de Lleida estrenan cinco itinerarios ecoturísticos. Estas rutas, que durante el invierno se pueden hacer con raquetas y en verano practicando senderismo, amplían la oferta complementaria del esquí.

Por otra parte, la estación de Boí Taüll, que el año pasado fue sede de los Campeonatos de Europa de montaña, acogerá este 2023 los Mundiales de esta modalidad también conocida como skimo, cuyo objetivo es coronar cumbres o enlazar refugios. Entre los amantes del esquí de montaña se encuentran, por una parte, aquellos que salen fuera de los complejos deportivos y, por la otra, los usuarios que entrenan dentro de la estación y que suben por los laterales de las pistas para evitar conflictos con los esquiadores de alpino.

Una imagen de esquí nórdico en Lles, una modalidad que va cogiendo popularidad. Tot Nòrdic

Esquí Alpino:

Se constituye a través de Baqueira Beret (Val d’Aran), Boí Taüll (Alta Ribagorça), Port del Comte (Solsonès), Tavascan, Espot Esquí y Port Ainé (Pallars Sobirà). Entre todas suman más de 350 kilómetros de dominio esquiable, una de las ofertas más atractivas de Europa.



Esquí Nórdico:

Los refugios del Pirineo se esconden entre bosques y montañas como lugar de bienvenida para los amantes del esquí nórdico: Sant Joan de l’Erm y Tuixent-La Vansa (Alt Urgell), Virós-Vallferrera y Tavascan (Pallars Sobirà), Aransa y Lles de Cerdanya (Cerdanya), suman cerca de 150 kilómetros de circuitos de esquí de fondo, a los que hay que añadir los más de veinte que aportan Beret y Tavascan. Además, para pasear con raquetas de nieve hay un total de 180 kilómetros marcados para esta modalidad.


Admiración de la naturaleza silvestre

La fauna local es otro de los principales atractivos del Pirineo de Lleida. En primavera es habitual ver amantes de la naturaleza, en busca del lugar idóneo para ver y fotografiar osos que salen de las cuevas después de hibernar durante meses. También es un destino obligado para los aficionados a la ornitología quienes podrán observar una infinidad de aves, entre ellas especies tan atractivas como el quebrantahuesos, el buitre común, el buitre negro, el alimoche o el verderón serrano.

Los aficionados a la ornitología podrán observar una infinidad de aves, entre ellas especies tan atractivas como el quebrantahuesos, el buitre común, el buitre negro, el alimoche o el verderón serrano.

Asimismo, otro de los espectáculos que atraen a más curiosos al Pirineo es la berrea del ciervo, muy típica del otoño, que consiste en un cántico animal de los machos ante un grupo de hembras para iniciar el apareamiento.

Pero más allá de su fauna silvestre, el Pirineo sirve de atalaya de excepción para divisar las estrellas en todo su esplendor, lejos de la contaminación lumínica. No es de extrañar que el Parque Astronómico Montsec, entre las comarcas de la Noguera y el Pallars Jussà, sea uno de los mejores miradores del mundo para ver los astros y el cielo nocturno, tal como apunta la Fundación Starlight. También el Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici, uno de los espacios naturales protegidos mejor conservados del sur de Europa, ostenta la misma certificación de Destino Turístico y Reserva Starlight.

Estación de esquí de Port del Comte. Ricard Badia

El Pirineo sirve de atalaya de excepción para divisar las estrellas en todo su esplendor, lejos de la contaminación lumínica

Pueblos con encanto

A pesar del despoblamiento que se ha vivido las últimas décadas en las zonas de montaña, los pueblos del Pirineo han sabido mantener su carácter rural, como forma de vida y atractivo para visitantes. La mayoría de municipios no superan el millar de habitantes y andar por ellos es la mejor manera de degustar su historia.

La esencia del románico se respira a lo largo de la Alta Ribagorça, pero Taüll tiene un significado especial, puesto que fue el primer núcleo en ser catalogado como ‘Pueblo con Encanto’ por la Agencia Catalana de Turismo. En la Val d’Aran, también se encuentra el pueblo de Arties con la misma certificación. Otro de los pueblos más visitados del valle es Bagergue, considerado uno de los pueblos más bonitos del Pirineo Catalán, y en la parte más baja del valle, Canejan y Bausen son un ejemplo de la vida de antaño con la piedra como protagonista.

Sant Climent de Taüll nevado, en la Alta Ribagorça. Tur, Francesc

Farrera se encuentra en el Pallars Sobirà y a través de sus iglesias y casas desprende un aroma tradicional. En el Pallars Jussà, el agua es la gran protagonista tanto en Llimiana, situado sobre un cerro, con el pantano de Terradets de fondo, como en Salàs de Pallars, con el embalse de Sant Antoni.

Una cultura milenaria

La cultura del Pirineo es un espejo de sus gentes y sus tradiciones muy arraigadas a la montaña y al hambre insaciable de subir cumbres. Los romanos fueron los primeros en aprovechar las propiedades revitalizantes de las aguas minerales de esta zona montañosa y, en la actualidad, son muchos los municipios que cuentan con centros termales. Algunos ejemplos se encuentran en los balnearios de Caldes de Boí, los Banhs de Tredòs, las aguas termales de Arties, las termas de Les…

El patrimonio medieval que a día de hoy se conserva en excelente estado en el Pirineo de Lleida permite apreciar todos los detalles de las construcciones románicas como lo hacían sus habitantes diez siglos atrás. Por ello, más de dos millones de personas han visitado las iglesias románicas de la Vall de Boí, en la comarca de la Alta Ribagorça, desde que se incluyeron en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO hace 22 años. Este conjunto medieval de los siglos XI-XII está formado por ocho iglesias y una ermita, entre las que destaca Sant Climent de Taüll con el mapping de su pantocrátor.

Instantánea de Montgarri, en la Val d'Aran. Davide Camesasca

Cocina a fuego lento

Los más gourmets encontrarán en el Pirineo de Lleida una cocina con personalidad y aromas potentes que combina platos tradicionales elaborados a fuego lento con las últimas innovaciones culinarias. Además, cada vez proliferan más bares en los que se apuesta por la cultura de tapas con productos propios de la montaña: setas, quesos, embutidos, carnes de caza

Sobresalen la ternera de los Pirineos Catalanes, con denominación de origen, el pollo de campo, la trucha, los patés, la escudella i carn d’olla, la olla aranesa y el trinxat (picadillo de verduras)...

Pero también sobresalen la ternera de los Pirineos Catalanes, con denominación de origen, el pollo de campo, la trucha, los patés, la escudella i carn d’olla, la olla aranesa y el trinxat (picadillo de verduras)... Un amplio abanico de delicias que se pueden degustar en una gran variedad de ferias durante todo el año e invitan a llenar el estómago con esta exquisita muestra de gastronomía de montaña.

Igualmente el vino tiene aroma y nombre propio en esta región; la denominación de origen Costers del Segre está formada por siete territorios situados a lo largo de la cuenca del río Segre y el Pirineo, brindando un caldo sostenible y de gran calidad.

Actividad de raquetas en la Vall de Cabanes, en el Pallars Sobirá. Josep Barbero

En definitiva, la gente del Pirineo ha sabido sacar partido a la montaña a través de sus tradiciones y forma de vivir. Merece la pena visitar este territorio, que mantiene su carácter a través de sus pueblos y entorno natural y que ofrece un tejido potente de servicios y ocio hacia la nieve, los paisajes y caminos para convertirse en montañas de referencia.