Los líderes de Serbia y Kosovo protagonizan esta semana varias reuniones en Bruselas con la UE y la OTAN para intentar rebajar la tensión entre ambos países tras los roces registrados en su frontera, una situación que preocupa especialmente cuando ya se está desarrollando una guerra en suelo europeo.

El presidente de Serbia, Aleksandar Vucic, y el primer ministro de Kosovo, Albin Kurti, mantendrán el miércoles encuentros por separado con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, mientras que el jueves participarán en una nueva edición del diálogo Belgrado-Pristina que auspicia el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores, Josep Borrell.

Lo harán con “escepticismo”, en palabras de Vucic, que el pasado jueves acusó a las autoridades kosovares de prepararse para matar ciudadanos serbios del norte de Kosovo, mientras que Kurti se refirió recientemente a la posibilidad de que Serbia, alentada por Rusia, inicie una guerra contra Kosovo.

Las últimas tensiones en la frontera entre Serbia y su antigua provincia, autoproclamada independiente en 2008, encendieron las alarmas de la comunidad internacional, motivando la mediación de EE.UU. y la UE y poniendo en alerta a la KFOR, la operación de mantenimiento de la paz de la OTAN.

Este domingo, un portavoz de Borrell advirtió de la “retórica incendiaria” entre las dos partes y consideró de “gran preocupación” las declaraciones sobre guerra y conflicto en los Balcanes Occidentales.

Las fricciones saltaron en la víspera del 1 de agosto, cuando Kosovo iba a empezar a aplicar la anunciada prohibición del uso de documentos de identidad y matrículas de Serbia en su territorio. En ese momento sucedieron bloqueos de los pasos fronterizos y las carreteras, pero tras la rápida mediación de la UE y de Estados Unidos, Pristina accedió a aplazar al 1 de septiembre la entrada en vigor de las medidas, que iban en la línea de otras decisiones que en los últimos meses han hecho incrementar la presencia de fuerzas de seguridad en la frontera.

LA OTAN AVISA

La KFOR salió al paso rápidamente e informó de que estaba dispuesta a “intervenir” si se ponía en peligro la estabilidad en la zona fronteriza. Señaló que tomaría “las medidas necesarias para mantener un entorno seguro en Kosovo” de acuerdo con su mandato, que emana de la resolución 1244 del Consejo de Seguridad de la ONU. Esa misión fue creada en 1999 tras la intervención de la Alianza Atlántica centrada en poner fin a la violencia desatada dentro y alrededor de Kosovo.

En el país, cuya independencia ha sido reconocida por EE.UU. y la mayoría de los socios de la UE, hay 1,8 millones de habitantes. Rusia, China, India, Brasil o España aún no han reconocido su oficialidad.

A raíz de las tensiones del 31 de julio, Stoltenberg instó a las dos partes a “mantener la calma, evitar acciones unilaterales y apoyar el diálogo mediado por la UE”.