Bizkaia se ha teñido este sábado de amarillo gracias a una marea humana que ha acompañado y alentado al pelotón del Tour a en cada metro del recorrido. Los ciclistas contaron con el calor del público desde su salida de la capital vizcaina disfrutando de un gran ambiente en cada uno de los pueblos del Territorio Histórico y el mundo entero lo pudo comprobar con la emisión por parte de la televisión de los encantos de los principales rincones turísticos de Bizkaia. 

En este sentido, tras unos primeros kilómetros de rodaje por Bilbao, Loiu, Gatika, Laukiz y Erandio fueron las primeras localidades que disfrutaron del paso de la espiral multicolor del Tour por su calles. Desde allí el pelotón llegó a Leioa y enfiló la carretera de la ría por Lamiako ofreciendo una espectacular imagen junto al pasado y presente industrial de Bizkaia. Pocos metros más adelante, dando la bienvenida a Getxo a los ciclistas, aguardaba el Puente Bizkaia, otra de las imágenes icónicas de la jornada. En Zugatzarte la expectación fue máxima. Allí los asistentes aprovecharon la elevación de una de las nuevas rotondas para obtener una visión óptima del pelotón. Aguardando con ganas la llegada de los ciclistas estuvo Tere Fernández. “Llevamos horas esperando y luego pasan a toda pastilla”, se resignó. Dicho y hecho. El grupo escapado fue el aperitivo, pero seguido, en un santiamén, pasó el pelotón. “¿Ya está? Ahora pasará el coche escoba al menos ¿no?”, cuestionó. La expectación por ver pasar a los ciclistas era máxima, pero su endiablada velocidad no permitió apenas saborear la carrera. Eso sí, una vez terminada la caravana de coches de asistencia, algunos ciclistas amateur se llevaron la ovación de la mañana al grito de “¡Indurain! ¡Indurain!”.

Sobre esta línea, otro de los puntos más concurridos del trazado fue la recta de el instituto Getxo 1 y la rotonda de Salsidu. Allí, aprovechando la estratégica posición, en plena curva donde el pelotón estaba obligado a ir más despacio, se agolpó una gran cantidad de gente a la espera de ver mejor a los ciclistas. Algún seguidor, más previsor que otro, se llevó hasta una escalera de casa para tener la mejor perspectiva. Junto a Fadura, en la rotonda de las uves también se congregó un numeroso público. Muchas familias se apostaron con carpas para pasar el día y disfrutar de las horas previas. “Hemos venido pronto para coger sitio. Así podemos comer el hamaiketako tranquilos”, indicó Garazi López, una amatxu que junto al resto de la cuadrilla de pequeños pudo ver de cerca al pelotón y disfrutar de un día histórico. Además, en Aiboa las terrazas de los bares estaban a rebosar. Su ubicación privilegiada junto al vial permitió a los clientes saludar al pelotón marianito en mano. Asimismo, la rotonda junto a la residencia San Esteban fue otro de los puntos de máxima concentración de público. 

De Getxo a Berango, donde la campa de Lantzarte albergó el campamento base de seguidores, que disfrutaron de un gran ambiente, especialmente los más pequeños, que amenizaron la espera con todo tipo de juegos de herri kirolak. De realizar las demostraciones se encargó Bernardo Ureta Peña, más conocido como Urpe. “El objetivo es divulgar esta tradición que viene de elementos comunes y rutinas de la vida de antaño. Por ejemplo, el que tenía dinero llevaba los troncos a cortar a una serrería; pero el que no, le tocaba cortarlos en casa y había que aprender”, relató. Asimismo, junto al caserío Berangotxu, un gigantesco ciclista de madera dio la bienvenida al pelotón.

Y de Berango a Sopela, Urduliz Barrika y Plentzia, con el mar de fondo y la espectacular bahía de Gorliz antes de poner rumbo a Armintza. Desde allí un espectacular recorrido en dirección a Bakio que dejó asombrosas estampas como la de San Juan de Gaztelugatxe. Después, bajo la atenta mirada del Faro de Matxitxako, el pelotón puso rumbo a Mundaka, Ibarrangelu y seguido a Gernika. Un respiro junto a la costa antes de enfilar el alto de Morga y la locura de El Vivero, donde miles de personas tiñeron de naranja el puerto para ver lo más cerca posible y lo más lento posible a los ciclistas. Finalmente llegó el turno del descenso hacia Lezama, Zamudio, Derio y el exigente muro de Pike en Sondika, que hizo las delicias del público, para de nuevo regresar a Bilbao a través de Enekuri. Todo un espectáculo que asombró al mundo con la belleza y el aliento de Bizkaia.

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