“En los últimos tiempos estoy escalando mucho mejor y estoy más fino. Los muslos me pesan menos que en otras temporadas”. Las palabras del ciclista de Kortezubi Federico Etxabe no eran solo una percepción personal. Aquel 21 de julio de 1987, en la vigésima etapa del Tour, todos pudieron dar fe de su buena forma física con una prueba irrefutable, su victoria en solitario en la cima de Alpe d’Huez. “He conseguido mi objetivo, que era ganar una etapa a toda costa porque hacía mucho tiempo que lo iba persiguiendo”, declaró el vizcaino.
Su gesta, que dedicó a los aficionados al ciclismo y a los doctores de la Vuelta, Irigoyen y Astorqui, quedó recogida en la portada de DEIA, desde donde la celebraba puño en alto. “Me encuentro muy fuerte y apenas he notado el cansancio. Cuando ataqué a un kilómetro del último puerto de primera vi que nadie me seguía, y como podía bajar bien y conseguir cierta diferencia, tiré con todo”, declaró el corredor del BH, quien se colocó en el decimoprimer puesto en la clasificación general.
Etxabe compartió titulares y páginas de periódico con el segoviano Perico Delgado, quien se vistió el maillot amarillo en el que hacía catorce años no se enfundaba ningún ciclista del Estado español. “Los hombres fuertes de esta carrera nos tratamos a matar todos los días porque no nos perdonamos un solo descuido”, afirmaba el ciclista, que no esperaba ser líder en el Alpe d’Huez y confiaba en que siguiera “la racha” en un Tour que fue considerado uno de los más duros de la historia.
Eran otros tiempos y los periodistas recurrían a términos taurinos para encabezar sus crónicas sin las polémicas que, a buen seguro, suscitarían hoy en día sus palabras en las redes sociales. “Etxabe cortó dos orejas y Delgado remató la faena al vestirse de amarillo”, resumía el redactor de una agencia, quien incidía en el símil escribiendo que ni Mottet, ni Bernard ni Stephen Roche tuvieron “las suficientes fuerzas para salir del burladero”. Este último fue, sin embargo, el ganador del Tour.
En primera plana, además de anunciar el inicio de “la nueva etapa inglesa del Athletic” con el entrenador Howard Kendall, se informaba del nombramiento del jeltzale José Alberto Pradera como diputado general de Bizkaia y de los momentos críticos que se vivían en el Golfo Pérsico, con la guerra entre Irán e Irak como telón de fondo.
También se plasmaron en la portada del diario una llamada que resultaría impensable en la actualidad, “Reagan nombra a un médico homosexual para el Comité anti-SIDA”, y otra sobre los 950 millones de pesetas de indemnización que pedía el fiscal por el incendio de la discoteca madrileña Alcalá 20, en el que fallecieron 82 personas. Sucesos y hazañas ciclistas aparte, si algo resulta increíble es que la alimentación estaba haciendo bajar el IPC. Hoy sería una fake new en toda regla.
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