A los doce años abandonó el mundo que siempre ha conocido en su barrio de Pamplona, Txantrea. Era un niño con muchos sueños, sobre todo el de jugar en el Athletic. En esta conversación con él se habla de fútbol desde su perspectiva personal, sobre cómo vivió los momentos en los que su vida cambió y llegó a Bilbao siendo una criatura. Se incorporó a la residencia del club vizcaino. Recuerda momentos duros y cierto sufrimiento, el que le imponía el alejamiento familiar. Cuando fichó por el primer equipo tenía dieciséis años y se trajo a sus padres y a su hermano a Bilbao, echaba mucho de menos a su familia. Respecto a esta temporada, señala que ha sido emocionante y que ha tenido dos caras, la que dio al equipo el ganar la Supercopa y la que perdieron las dos finales de Copa.

Llegó a Bilbao siendo una criatura

-Ja, ja, ja€ Era muy joven. Soy de un barrio de Pamplona, Txantrea, y vine a Bilbao cuando tenía doce años. Estuve varios años viviendo en la residencia del Athletic y en la temporada 2009-2010 debuté con el primer equipo. Fue cuando vi cumplido el sueño que llevaba persiguiendo desde pequeño y partir de ahí.

¿Qué espera?

-Que me queden muchos años, algunos más, para seguir con el equipo. El Athletic siempre ha estado en mis sueños desde que era muy pequeño. Lo que he conseguido es mucho más de lo que podía soñar.

¿Por qué el Athletic? En Pamplona también estaba Osasuna.

-Cierto. El Txantrea, el club de mi barrio, y el Athletic son clubs convenidos. Siempre ha habido buena relación entre los dos equipos, hay mucha gente que es del Athletic, también lo era yo. Me dieron la oportunidad de venir a Bilbao y no me he marchado desde entonces.

Con doce años tuvo que romper muchos lazos para irse y, aunque no fuera mucha la distancia, imagino que si lo era para un niño de su edad.

-Tuve que dejar a mis padres, a mi familia, a mis amigos del barrio Aposté por venir aquí y vivir una experiencia increíble que me permitió mejorar en el ámbito deportivo. Fui quemando etapas hasta conseguir ese sueño y llegar al primer equipo.

¿Tuvo dudas de que iba a llegar a ese primer equipo?

-Siempre tienes dudas. Pero lo mejor era pensar en mejorar, concentrarse en jugar al fútbol y ver hasta dónde se podía llegar. Mi meta era muy clara, el primer equipo. Lo conseguí y estoy muy agradecido a todos los que confiaron en mí.

Tiene que ser muy duro romper amarras con la familia cuando solo se tiene doce años.

-Sí, lo fue. Estaba en plena infancia y tenía mucho apego a mis padres, a mi hermano, a mis amigos del barrio. De repente, estás solo en una ciudad diferente. Fue una decisión complicada, la tomamos entre mis padres y yo. Era duro, pero detrás había una gran ilusión, el sueño de poder jugar en un gran equipo. En la residencia me encontré con más chicos como yo y mayores. Mis padres venían a visitarme en cuanto podían y de esa forma se hacía más llevaderas esas distancias.

Con perspectiva todo parece un bonito sueño.

-Es cierto que todo parece muy bonito; viendo los resultados, lo ha sido y lo sigue siendo. Pero hay momentos de sufrimiento y momentos duros. Pero cuando has conseguido todo aquello que te habías propuesto te das cuenta que todo ha merecido la pena, incluso los momentos duros.

Lleva dieciséis años viviendo en Bizkaia y el tirón de su tierra, Navarra, sigue presente, ¿no?

-Por supuesto. Uno no se tiene que olvidar de dónde viene. Siempre que puedo, cuando tengo días libres, me gusta venirme a mi barrio. Estar con mi gente de toda la vida me viene bien para escaparme de lo que es el día a día. Mis raíces están en Txantrea, nunca debo olvidar el lugar del que salí cuando era un niño.

¿Encuentra refugio en Txantrea?

-La verdad es que sí. Cuando vengo aquí me surge la nostalgia de los años que estuve viviendo aquí. Me gusta mucho recordar, olvidar no es lo mío. Me gusta quedar con los amigos de la infancia, hablar con ellos. También es muy importante para mí mantener el contacto con la familia que tengo por Pamplona. En Txantrea vuelvo a sentir el niño que fui y que se marchó del barrio persiguiendo un sueño.

¿Nunca pensó en otra profesión más allá del fútbol?

-Siempre tuve muy claro que quería ser futbolista. Es cierto que cuando eres joven debes volcarte en los estudios, es algo que nunca hay que perder de vista. Aunque quieras ser futbolista, nunca sabes dónde puedes acabar. En mi caso, fui cumpliendo la expectativas que se habían creado sobre mí; quizá quemé etapas más rápido de lo normal. Al final, todo por lo que había peleado me acercó al fútbol profesional, firmé un contrato con el Athletic y ya han pasado doce años de aquella primera vez. Repito mucho que lo que me gustaría es poder seguir mucho tiempo. Creo que la vida me ha regalado muchas cosas, aunque creo que el esfuerzo personal ha sido muy importante.

¿Entraba entre sus sueños ser el capitán del primer equipo?

-Supongo que no. Sueñas, sueñas, pero hay cosas que ves más difíciles. Ser el capitán es algo muy importante para mí. Estoy muy contento de lo conseguido.

Fue futbolista profesional muy joven, a los dieciséis años.

-Ja, ja, ja€ Estaba en plena adolescencia y cambiaron muchas cosas en mi vida. Tuve que dejar de estudiar, dejé el colegio muy pronto.

¿Le costó dejar los estudios?

-Bueno. Digamos que hubo que sacrificar algunas cosas de mi vida, una de ellas fueron los estudios para centrarme en lo que era la carrera deportiva. Estoy muy feliz de haber conseguido estar con el Athletic. Echo la vista atrás y es cierto que el tiempo pasa muy rápido. A mí me parece que fue ayer cuando se produjo este debut.

¿Qué lecciones ha aprendido?

-Que hay que saborear cada momento, cada instante, el tiempo vuela y por mucho que quieras quedarte con un instante determinado, ese no vuelve.

Las cantidades que se cobran son astronómicas. ¿Es fácil mantener los pies en la tierra siendo tan joven y cobrando unas cantidades de dinero que la mayoría de la gente no ganará en su vida?

-Todo ocurrió muy deprisa y sí, es cierto, que algunos temas me llegaron muy pronto, pero siempre he estado muy bien asesorado en cada momento por la gente que me ha rodeado, por mi familia. Mis padres siempre me han hecho tener los pies en el suelo. Siempre he sido muy consciente de la realidad que hay más allá del fútbol. Escuchar fue muy importante para mí. Es cierto que era un chico muy joven.

Tenía una edad propicia para cometer locuras, errores y tenía, también, dinero.

-Es cierto. Es lo que tiene la juventud. Pero vas cumpliendo años y todo va cambiando. Me siento muy agradecido a toda la gente que me ha ayudado a seguir creciendo tanto en lo profesional como en lo personal, en la parte más humana. Supongo que ganar dinero es también dar paso a las tentaciones.

¿Recuerda cuál fue el primer capricho que se dio cuando entró en nómina del Athletic?

-No sé si es capricho o no. Lo primero que hice cuando firmé mi primer contrato como profesional fue traerme a mis padres y a mi hermano del barrio para Bilbao. Quería que vivieran conmigo, poder vivir en familia porque lo echaba de menos. Me ayudó mucho el tenerlos a mi lado en esos momentos de debut profesional, el tener a la gente que quiero cerca. Que estuvieran ellos junto a mí fue importante para controlar todo tipo de situaciones.

Doce años como jugador del primer equipo y capitán. ¿Pensó alguna vez en ello?

-Bueno, uno siempre se imagina y siempre sueña con dónde quiere llegar. Pero nunca se sabe. Tú vas viendo hasta dónde puedes llegar cuando vas superando categorías. Veía que había expectativas puestas en mí. Llegó un momento en el que me di cuenta de que si seguía jugando de esa manera y me respetaban las lesiones podía estar cerca de mis sueños.

Volvamos a la actualidad. El Athletic ganó la Supercopa, pero cayó en las dos finales de Copa. ¿Demasiadas expectativas? ¿Esperaba más?

-Ha sido un año con muchas emociones tanto buenas como malas. Buenas porque logramos la Supercopa haciendo una campaña histórica con un mérito terrible, ganamos al Real Madrid en semifinales y al Barça en la final. Al otro lado de la moneda, está el no habernos podido hacer con la Copa en dos finales, una contra la Real y la otra contra el Barça. Todo son experiencias que nos servirán para cuando tengamos que afrontar situaciones similares. Ha sido una temporada de emociones fuertes.

¿Qué ha dolido más perder la final contra la Real o contra el Barça?

-Ja, ja, ja€ Poco importa quién sea el rival cuando pierdes. Lo que realmente duele es perder, duele no poder disfrutar de la victoria. Brindarle un título a tu afición es muy importante y este año no ha podido ser. Duele igual que sea la Real o el Barça. Hemos vivido situaciones emocionantes, en una disfrutamos de la gloria, del triunfo, y en otras.... Hay que felicitar a los que consiguieron ganar y conseguir la Copa si se nos da la oportunidad. El fútbol es así. Lo que duele es la derrota y no el equipo con el has perdido. Fue doloroso no cumplir unos objetivos en los que tenías muchas expectativas puestas.

El fútbol es una carrera efímera, tan solo tiene 28 años y ha recorrido un camino largo, pero ¿tiene pensado algo para cuando deje de dar patadas a un balón?

-No me lo estoy planteando de una forma concreta. Antes lo hablábamos, hay que disfrutar del momento. Soy relativamente joven, en diciembre cumplo 29 años. Creo, espero, deseo, que aún me queden muchos más años de fútbol. El fútbol es mi pasión, mi ilusión. El fútbol es lo que me llena. ¿Qué me planteo después del fútbol? No lo he pensado tranquilamente. Sé que me gustaría estar relacionado de alguna forma con este maravilloso deporte que me lo ha dado todo. No sé ni cómo ni dónde, pero el fútbol es algo a lo que me gustaría estar ligado siempre.

Desde marzo de 2020 vivimos situaciones casi irreales. Una de ellas son los encuentros de fútbol sin espectadores. ¿Cómo se juega en un estadio sin gente, sin gritos, sin el calor de los aficionados?

-Es una situación que jamás nos hubiéramos imaginado. Respecto a lo que al fútbol le incumbe, de jugar sin aficionados en las gradas, con lo importante que es la gente, la pasión que te transmite, ha sido realmente duro, extraño y hasta desolador. Ver estadios de 50.000 o 60.000 personas vacíos es impactante. Afectó mucho al principio cuando se retomó el fútbol. Lo vas superando, pero echas mucho de menos a la gente. Creo que nunca nos acostumbraremos a la soledad que se siente en el campo cuando no tienes a la gente animando y apoyando. Duele mucho.

Es padre de dos hijos, un niño y una niña... ¿Les ve siguiendo sus pasos?

-Te voy a decir que ellos son el pilar fundamental en mi vida. Todavía son muy pequeños. El niño tiene seis años y la niña tiene dos. Están en la edad de experimentar cosas, de jugar, de divertirse, de probar y de conocer sus inquietudes. Como padre siempre les apoyaré para que sean felices en lo que elijan. Ahora que jueguen con sus amigos a lo que ellos quieran. Mis hijos son lo que más me importa en este mundo y lo que quiero es que sean muy felices. Supongo que es lo que queremos todos para nuestros hijos, ¿no?

¿Es consciente el niño de que su padre es muy conocido y que es el capitán del Athletic?

-Sí, sí que lo es. Pero por lo que veo es un loco del fútbol. Le gusta mucho todo lo que rodea a este deporte. Siempre está con un balón y a mí me encanta compartir esos momentos con él. Sabe quién su padre y le encanta ir a San Mamés. Sabe que soy jugador del Athletic, pero solo me ve como su padre. Siempre estaré ahí para ellos y procuraré darles el mejor ejemplo posible. Tengo la intención de educarles bien, como padre cuando toque o como deportista en un momento dado.

¿Qué hace en sus ratos libres, cuando el fútbol no está en su vida?

-No creas que tengo aficiones destacadas. Me gusta estar tranquilo. Soy muy normal. Me gusta hacer planes con la familia, con los amigos. Me gusta ver otros deportes, no soy fanático absoluto de ninguno, pero me encanta verlos. No tengo aficiones muy especiales. Soy muy normal en todo. Me gusta mucho descansar, disfrutar de mis dos hijos es una de mis grandes aficiones, no la cambio por nada.