Aunque caracterizada por el exceso desde su estética a su convulsa historia interna, todos los participantes en el documental de Movistar+ que intenta hacer justicia con el legado y relevancia de Locomía coinciden en algo: “Fue una banda transgresora” y ya era hora de que “alguien se la tomara en serio”. Movistar Plus+ lanza hoy miércoles los tres capítulos de la productora Boxfish que relatan la génesis, auge y declive de aquel fenómeno musical que, aún tras la modernidad de La Movida, dio aire a los finales de los años 80 con su vigoroso meneo de abanico, sus hombreras XXL y sus zapatos de punta.

“Los años han tratado mal el legado de Locomía, siempre con el rollo de la mofa. Yo siempre he querido dejar claro que detrás había algo más que una boyband, que había un trasfondo muy grande”, afirma Xavier Font, creador de aquella peculiar estética entre barroca y ultramoderna. Todo arrancó en Ibiza, según el relato acorde a todas las versiones. Allí vivía Font, impulsor de este proyecto integrado además por su hermano Luis, Manuel Arjona y Gard Passchier para animar las noches de la isla pitiusa. “Aquel Xavier era tremendo. Pero era como era, de corazón. Yo los quise, los amé y los maltraté. Era el rey de mi reino y ellos mis donceles”, cuenta de aquellos días quien se reconoce como “medio villano”, también como “la mecha o la cerilla” del grupo, aunque le confiere a Arjona el papel de “alma” del mismo.

José Luis Gil, entonces presidente de Hispavox, decide ficharlos para convertirlos en una banda de éxito. La cosa empieza a funcionar, pero no tardan en aflorar las desavenencias, lo que se resuelve con la salida pactada de Font del grupo aunque sigue cobrando como propietario de la marca.

del “top 10” al adiós

La formación que entonces conforma Locomía (con Manuel Arjona, Carlos Armas, Juan Antonio Fuentes y Francesc Picas) triunfa con su primer disco, Taiyo (1989), del que formaban parte temas como Loco Mía o TaiyoLoco MíaRumba, Samba, Mambo (S.R.M.), y su proyección los catapulta hasta el “top 10” británico y a Latinoamérica. Se decide dejar entonces su lanzamiento en EE.UU. en manos de Font, residente en Miami, y este convence al grupo para romper contrato con Gil, quien levanta una banda paralela bajo el mismo nombre. Ninguna de las dos formaciones logró mantener el tipo y, tras años de idas y venidas, la mayor parte ya en la trastienda musical, el fenómeno se convirtió en un chiste.

“Era fácil caer en la caricatura y el cliché, pero cuando estábamos con el desarrollo del documental, había ya un germen de poner en su lugar a una banda transgresora que rompió tabúes en estética y cánones de masculinidad”, reivindica Pablo Aguinaga, guionista y productor de esta serie.

Fueron “tres años de grandeza para 25 de tristeza”, lamentan aún amargamente algunos de sus miembros. “Pero esto ha sido como una confesión al mundo. He visto el documental 24 veces y cada vez me gusta más. Lloré y reí mucho más”, destaca Font, quien planea ahora una película de ficción para otra plataforma. En su opinión, la de Locomía “es una fórmula que sigue funcionando”. Acredita los 22 conciertos contratados con la actual formación que dirige y un proyecto para presentar una versión “evolucionada” que, junto al productor Julio Posadas, paseará color y techno español, con el objetivo en mente incluso de presentarse al próximo Benidorm Fest.