Oier Montero, de 20 años, se recupera estos días de sus heridas. El lunes fue trasladado desde la UCI a planta, en el Hospital de Bidasoa, donde ingresó de urgencia en la madrugada del domingo. Su familia reconoce que mantiene un nítido recuerdo del trágico accidente. Es uno de los cuatro jóvenes guipuzcoanos que viajaban en el turismo que fue embestido por un vehículo con matrícula francesa. Ocupaba el asiento de copiloto en el Ford Orion que circulaba por la variante de Errenteria. Dos de sus amigos, Ander e Iñaki, fallecieron. Saray, que viajaba sentada justo detrás de él, continúa en la UCI del Hospital Donostia. Él, milagrosamente, vive para contarlo. “Estuvo consciente en todo momento. Me llamó y luego habló con el 112 y con los médicos”, relata a este periódico su padre, César Montero

Fueron momentos dramáticos en la carretera GI-636 a su paso por el municipio de Lezo. “Aita, me duermo; ven por favor, mi amigo está muerto”. Eran sus primeras palabras al otro lado del teléfono tras la colisión entre los vehículos. Los amigos volvían a casa sobre las cuatro menos cuarto cuando irrumpió un turismo, BMW 116, que conducía un joven francés de 21 años en dirección a Irun. El vehículo en el que circulaba junto a otros dos jóvenes por la GI-636 se salió en una curva, a la altura de la papelera de Errenteria. El impacto fue brutal.

Familiares y amigos homenajearon el martes a Ander S.C., uno de los fallecidos en el accidente de Lezo. ARNAITZ RUBIO

“En un principio se mostró preocupado por uno de sus amigos, aquejado de epilepsia. En esos momentos no podía ser consciente del desenlace, del verdadero alcance que iba a tener todo”, dice su padre. A Oier lo trasladaron en ambulancia al Hospital de Bidasoa. La familia no le trasladó la noticia del fallecimiento de sus amigos hasta el lunes por la tarde. 

El médico le ha aconsejado que se olvide del móvil, que trate de no leer noticias sobre el accidente. Pero resulta imposible abstraerse de semejante tragedia. Y más cuando son los amigos quienes se dejan la vida. “Él ha estado venga preguntar. Tratábamos de darle largas pero no podíamos ocultarle por más tiempo”, cuenta el padre, quien revive lo ocurrido a través del relato de su hijo, la embestida del vehículo con matrícula francesa contra el Ford Orion en el que viajaban los cuatro guipuzcoanos. 

El impacto en la parte izquierda del turismo provocó que Ander e Iñaki, el conductor y su amigo, que viajaba en el asiento trasero, se llevaran la peor parte. A pesar de las maniobras de reanimación practicadas por los sanitarios, fallecieron en el lugar del accidente. 

"Tuvo que salir por la ventanilla, y se fue arrastrando hasta la cuneta"

Oier está fuera de peligro. Le han extirpado el bazo y el apéndice. Tiene comprimidas las costillas por la presión ejercida por el cinturón de seguridad que, sin duda, le salvó la vida. “Le duele todo, pero las analíticas han dado resultado positivo y no hay sangrados”, cuenta su padre. El equipo médico que le atiende ya le ha retirado la sonda. 

“Él era el copiloto. Tras el impacto intentó abrir las puertas, pero no hay más que ver cómo quedó el coche. No era posible, y tuvo que salir por la ventanilla. Se fue arrastrando hasta la cuneta y fue entonces cuando me llamó”, detalla el padre. Acto seguido, el chaval llamó al 112. 

Eran momentos en los que el padre trataba de establecer contacto de nuevo con su hijo pero su móvil comunicaba. “Nos ha contado que tras el accidente circularon algunos vehículos, pero que no pararon; incluso el conductor de una scooter que pasó por el lugar del siniestro hizo un mal gesto y siguió su camino”, según les ha relatado el superviviente del siniestro.

 La Ertzaintza ha abierto investigación para esclarecer las circunstancias en que se produjo el trágico accidente de tráfico. El conductor arrestado, de 21 años, está acusado de un delito contra la seguridad vial y otro de homicidio por imprudencia grave. “El chaval nos ha contado que en un primer instante uno de los tres franceses que viajaban en el coche trató de huir terraplén abajo, y que luego se juntaron los tres en el coche y discutieron, como si estuvieran viendo el modo escapar del lugar en el que se produjo la colisión frontal”. 

Poco después, una mujer, también de nacionalidad francesa, detuvo el vehículo que conducía en dirección Irun en el lugar del accidente. “¡Por favor, no me dejes!”, le imploró a la persona que le atendió en primera instancia. 

Los servicios de emergencias llegaron poco después al lugar del siniestro y socorrieron a las víctimas. A pesar de las maniobras de reanimación practicadas por los sanitarios, Ander e Iñaki, de 22 y 20 años, fallecieron mientras que el resto de implicados fueron asistidos y evacuados al hospital de Donostia y al comarcal del Bidasoa, como Oier, con heridas de diversa gravedad.

Al cabo de unos minutos, el padre logró que establecer de nuevo contacto telefónico con su hijo. “Pude entonces hablar con un sanitario, y me dijo que estaba consciente, que se encontraba bien, dentro de lo que cabe”. 

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El joven, vecino de la calle Blas de Lezo de Pasai Antxo, ha relatado que poco después de la colisión frontal de madrugada, le escuchaba a su amiga Saray gritando: “¡Negro –apodo por el que el conocen sus amigos– ayúdame, ayúdame! El chaval veía el volante del Ford Orion empotrado contra el asiento, pero Oier no le veía a Ander, el conductor. Escuchaba gritos de dolor. Comenzó a salir humo. Salió por la ventana como pudo. Ahora está venga decir mis amigos, mis amigos”. 

Oier cuenta estos días con el apoyo de sus hermanas. Por suerte, es una familia numerosa. “Tenemos un sentimiento encontrado, porque Oier se va recuperando pero sentimos muchísimo lo que están atravesando las demás familias. Tenemos esperanzas de que Saray salga adelante y que, por supuesto, se depuren responsabilidades. No queremos decir mucho más, porque bastantes cosas se han dicho ya”, se despide el padre.