Por increíble que resulte, César San Juan, profesor de Psicología criminal y Psicología jurídica de la UPV/EHU, asegura que cualquiera podría descuartizar a su víctima “en una situación límite”.

7

Crimen de Artxanda: las imágenes del registro en Begoña en Bilbao Deia

Un cadáver descuartizado fue hallado en una maleta en Artxanda y también Daniel Sancho desmembró a su víctima. ¿Es una forma más ‘habitual’ de lo que pensamos de deshacerse de un cuerpo?

—Un asesino tiene, entre otros, dos problemas fundamentales que resolver tras cometer un crimen: deshacerse del arma homicida y del cadáver. Una forma, probablemente más frecuente de lo que imaginamos, es el descuartizamiento del cuerpo de la víctima. Además de esos dos casos, también lo intentó el asesino de Nagore Laffage en Pamplona y el asesino del caso nunca resuelto de la maestra Esther Areitio en Vitoria.

¿De qué otras maneras poco comunes se intenta ocultar o eliminar un cadáver?

El enterramiento, la incineración, hundirlo en un lago, el emparedamiento o la inmersión en ácido son otras formas más o menos aparatosas y crueles de deshacerse de un cadáver. Lo más espeluznante que he oído es la declaración de un ciudadano británico que confesó haberse comido el cuerpo de su víctima tras descuartizarla en su piso de Calpe.

¿Por qué motivos se descuartiza un cadáver? ¿Es solo por intentar deshacerse más fácilmente de él?

—En ocasiones el descuartizamiento no forma parte de una estrategia de librarse del cadáver. En algunos asesinos en serie se trata de una perversión abominable del asesino. Despersonalizar a la víctima mediante su completa destrucción física en medio de un baño de sangre, a pesar de lo espeluznante que nos pueda resultar, forma parte de la fantasía de algunos perfiles criminales.

Daniel Sancho siendo trasladado por la policía tailandesa. EFE

En el caso de Daniel Sancho, que tenía cierta relación con su víctima, ¿se podría hacer otra lectura del hecho de que la desmembrara?

—Lecturas se pueden hacer muchas y no todas acertadas. Para eso se deberán emplear a fondo los psicólogos forenses que lo evalúen. En Psicología criminal diferenciamos la violencia empleada en un crimen como expresiva o instrumental. Es decir, puede haber detrás una motivación emocional de expresión de ira, miedo, venganza, celos, etc. o, simplemente, responde a una estrategia instrumental para deshacerse del cuerpo. Habrá que esclarecerlo.

Hace unos años una mujer decapitó a su marido, entregó la cabeza a una vecina en Castro y descuartizó el cuerpo. ¿Es excepcional que estos hechos los cometan mujeres?

—Así es. De hecho, las mujeres asesinan muchísimo menos que los hombres, descuarticen o no a su víctima. Por lo general las asesinas, con métodos más sutiles e instrumentales como el envenenamiento, tienden a adoptar un enfoque más pragmático que los hombres. También es más probable que las víctimas de las mujeres sean de su propio círculo social, al contrario que los hombres, que, además de su círculo social y familiar, asesinan con más frecuencia a personas desconocidas.

Se dice que cualquiera podría matar a otra persona en ciertas circunstancias. ¿También descuartizarla?

—Sí, también descuartizarla. En una situación límite en la que, por las razones extremas que sean, podamos estar involucrados en un asesinato, y tenemos la oportunidad de borrar nuestra autoría descuartizando a la víctima, hacemos lo que sea necesario. En todo caso, como decía, existen perfiles de asesinos, normalmente seriales, en los que el descuartizamiento está reflejando rituales de control absoluto sobre la víctima, muchas veces, asociados a fantasías sexuales.

El descuartizamiento dificultará la identificación de las víctimas...

—Depende. Puede que no revista ninguna dificultad si los restos son encontrados intactos y pueden realizarse pruebas dactiloscópicas, de ADN, dentadura, etc. Pero normalmente descuartizar a la víctima forma parte de una estrategia más amplia que incluye la incineración de los miembros amputados, enterrarlos en un vertedero o en medio del bosque, donde pueden ser pasto de las alimañas, etc. Entonces la identificación se puede complicar mucho hasta el punto de que sea imposible saber quién era la víctima como, hasta hace poco, ocurría con los restos encontrados en Artxanda.

Dichos restos fueron quemados y se planteaba rehidratar los dedos para intentar conseguir las huellas. ¿Qué otro tipo de técnicas existen para identificar restos deteriorados?

—Debería responder un especialista en medicina forense. Pero sí sería importante señalar que, aunque se tenga la huella dactilar, si esa persona no está fichada por la Policía, seguirán sin tener nada. Lo mismo ocurriría si pueden hacer análisis de ADN. No hay con quién compararlo. En ocasiones pueden aparecer prótesis u otras evidencias de intervenciones quirúrgicas, pero se trataría de identificaciones genéricas, como el caso de algunas características básicas anatómicas, no personalizadas como ocurre con la huella dactilar o el ADN.

¿Es complejo determinar la causa de la muerte en estos casos?

—La Policía científica y los especialistas en antropología y medicina forense disponen de competencias, recursos y técnicas para establecer, incluso en condiciones muy desfavorables, las causas de la muerte de una víctima, incluso desmembrada. Más problemático es determinar el móvil y las motivaciones del crimen y, por supuesto, la identidad de la víctima, sobre todo si se trata de una persona ajena a actividades criminales y no fichada por la Policía.

Por lo que ha trascendido, ¿qué opina del caso de Daniel Sancho? ¿Lo considera un asesinato premeditado, como sostiene la Fiscalía?

—Aventurar las circunstancias que llevan a un individuo a cometer un crimen puede ser muy infructuoso, sobre todo si los únicos elementos de juicio que tenemos es lo que se conoce por los medios de comunicación. Sí podemos asegurar, en todo caso, que va a ser bastante complicado demostrar lo contrario. Recordemos que, una vez detenido por la Policía, se declara culpable y se constata la intención de ocultar el cadáver. Es decir, hay una serie de conductas que revelan que fue un asesinato, al menos, postmeditado, lo que contrastaría con el nerviosismo y atolondramiento propio de un asesinato no premeditado.

En caso de que fuera premeditado, ¿no es raro que comprara los cuchillos a la vista de las cámaras?

—Lo es. Pero imaginemos por un momento que este individuo está ideando cometer un asesinato forzado por unas circunstancias que él ha percibido como insuperables. Obviamente, no se trata de un asesino profesional y puede no haber reparado en la presencia de esas cámaras. De todas formas, la estrategia de defensa puede utilizar ese argumento y sostener que alguien que va a cometer un crimen no se deja filmar por una cámara comprando un cuchillo y otros útiles de limpieza. Pero, insisto, ya la situación de partida es muy desfavorable para él al existir pruebas de comportamientos compatibles con la premeditación, aunque pueda alegarse que son circunstanciales.

¿En qué perfil criminal cree que encajaría Daniel Sancho?

—He leído en muchas entrevistas a especialistas en psicología criminal, que no han evaluado a Daniel Sancho, sostener que tiene un perfil psicopático. Estas afirmaciones son una barbaridad y desprestigian nuestra disciplina. Una persona no se convierte en psicópata de la noche a la mañana, tiene que tener un proceso.

¿Qué es lo que más le ha llamado la atención de este caso?

—Como psicólogo criminal lo que más me interesa es la motivación, qué le lleva a una persona aparentemente normal a cometer un asesinato así.

La Audiencia de Bizkaia acoge la primera jornada del juicio al presunto autor de la muerte de varios hombres. Oskar Gonzalez

El acusado de intentar asfixiar a un hombre durante una cita en Bilbao dijo que solo le quería “aturdir”.

—La acusación es de “intento de homicidio”, pero un homicidio puede presentar dos formas: una en la que exista la voluntad de matar y otra, el homicidio imprudente, en la que no existe esa voluntad. Dado que el intento de homicidio está probado, es lógico que lo presente como una imprudencia y, además, implique a terceras personas.

A raíz de este caso, se le relaciona con siete muertes.

—Incluso si se llegara a atribuir a este individuo las otras muertes que se están investigando, resultaría algo forzado calificarlo como un “asesino en serie”. La motivación principal de un asesino en serie es matar. Disfruta con ello y es una pulsión que le resulta difícil controlar. En los casos investigados, la motivación fundamental, a mi juicio, es el robo.

Apenas tiene 25 años. ¿Le asombra?

—No. Se encuentra en la franja de edad en la que es más probable cometer actos delictivos. l

El ‘asesino de las citas’

El acusado de intentar estrangular a un hombre en Bilbao y al que se le vincula con siete muertes negó en el juicio ser “un asesino en serie”. “Si se prueba que el ‘arma homicida’ es el uso de drogas, es decir, sin usar la violencia, la calificación de los crímenes debería ser ‘homicidio’. En todo caso estaríamos ante un ‘homicida en serie’, cuya característica fundamental es la ambición, no el deseo de matar, como ocurre generalmente con los asesinos en serie”, explica el criminólogo César San Juan.

El crimen de Artxanda

Respecto al caso del cadáver descuartizado y abandonado en una maleta en Artxanda, el criminólogo señala que, “dadas las características del caso y si damos crédito a lo que se conoce sobre los antecedentes criminales de las personas detenidas, una de las hipótesis plausibles es que se trate de una venganza o algún tipo de ajuste de cuentas. Pero solo podemos especular considerando que la información disponible estaba, hasta hace poco, blindada por el secreto de sumario”, aclara.

El caso de Daniel Sancho

“Si aplicamos única y exclusivamente el sentido común, solo podemos asegurar que lo más lógico que puedes hacer después de cometer un asesinato es intentar deshacerte del cadáver, y si, por tu profesión, tienes experiencia en el manejo del cuchillo, lo más eficaz es descuartizarlo para facilitar su ocultación. Usar todos los medios a tu alcance para no ser descubierto por la Policía no te convierte en un psicópata, por muy espeluznante que nos parezca descuartizar a un ser humano”, afirma San Juan.