Bilbao - Casos como el asesinato de las dos niñas en Castellón nos llevan a pensar qué pasa por la cabeza de un padre para acabar con la vida de sus propias hijas.
-El parricida que mata a sus hijos en el marco de un contexto de pareja conflictivo, como una demanda de divorcio o separación, lo hace por venganza contra la madre, en la mayoría de los casos. Es muy difícil de entender de otra manera, matar a niños inocentes solo se hace para infligir daño a la mujer.
¿Están locos?
-No, para nada. La venganza no es propio de enfermos mentales sino de cuerdos, de personas que piensan mucho, que planifican y que estructuran una conducta delictiva para hacer el mayor daño posible. Esto requiere un proceso de evaluación de los daños por parte del asesino. ¿Hay algo más doloroso para una madre que tu ex asesine a tus hijos? Creo que es imposible hacer más daño.
¿Cuáles son las bases psicológicas que suelen operar en individuos como estos? ¿La ira, la frustración, los complejos??
-Claro, pero es un tema muy complejo sin conocer las características individuales de cada parricida porque hay factores culturales que también influyen. Es muy necesario saber a qué cultura pertenece ese hombre porque hay culturas en las que el papel de la mujer no es el mismo. No es lo mismo Alemania, Zambia o Arabia Saudita.
Ya, pero las mujeres caemos como moscas en todos los lados.
-Sí, pero en ocasiones por esto de cogérnosla con papel de fumar se omite en la prensa la nacionalidad de los asesinos. Pero si no tenemos todos los datos no podremos completar el análisis del fenómeno. Luego se nos llena la boca hablando de prevención, pero primero habrá que saber a quién va dirigida esa campaña. Si cinco de cada diez asesinatos son de una procedencia equis y tres de otra, pues igual hay que hacer campañas diferentes, con mensajes diferentes, con objetivos diferentes; pero este totum revolutum de ahora no conduce a nada como desgraciadamente estamos comprobando. Solo conduce a la demagogia y a tirar el dinero con campañas a la deriva sin ningún resultado.
¿Qué hay que hacer entonces?
-Hay que hacer un análisis pormenorizado y luego ver qué estrategias proceden y los recursos que se necesitan.
Esas niñas ya no lo van a poder contar pero, al parecer, han sido testigos de violencia psicológica contra su madre. ¿Cómo puede afectar a un menor esta circunstancia en su posterior desarrollo como persona adulta?
-Le puede afectar de una manera determinante y muy negativa. Un importante porcentaje de la gente que en edad adulta presenta desajustes psicológicos que interfieren en el desarrollo de su vida normal presenta antecedentes traumáticos en la infancia debido a malos tratos físicos, psicológicos, abusos o situaciones de estrés, como las separaciones violentas entre los padres. Naturalmente los niños se ven afectados y te diría que tienen que tener mucha suerte para que eso no les afecte en la vida, en el sentido de recurrir a otras circunstancias sustitutivas para compensar estos traumas.
¿Y las secuelas en la madre?
-Son heridas irrecuperables, otra cosa es que se restañen, pero eso no se cura nunca. Esa ausencia no se cura nunca. Esa elaboración de la pérdida nunca es posible, no soñemos. No hay psicoterapia que cure la pérdida de dos hijos en una situación tan violenta. Eso no quiere decir que no se pueda ayudar, naturalmente. Hay que ayudarle a seguir en el difícil camino de la vida que tiene por delante sin sus hijos.