Bilbao - ¿Qué mueve por dentro a un parricida?
-Ofuscación, odio hacia la persona que ha querido, desesperanza, la idea de acabar con todo y hacer daño.
¿Son enfermos mentales?
-Si loco es una enfermedad diagnosticada y crónica, la respuesta es que no están locos. Es probable que en el momento sufran un trastorno mental transitorio discutible, pero van buscando hacer daño usando a los hijos, que son los hijos de ella, ya no son nuestros hijos. Él se despega emocionalmente de sus hijos y piensa: Los voy a matar, me voy a quitar del medio, pero tú vas a vivir toda la vida con un dolor insuperable porque me hiciste daño, no hiciste lo que yo quería, si tú hubieras hecho lo que yo dije esto no habría pasado. Este es el final más perverso que existe.
Ese desapego emocional convierte a los hijos en un arma.
-Llevamos más de 40 niños asesinados en los últimos cuatro años a manos de sus padres, mayoritariamente por padres varones. A partir de las Quemadillas -el caso José Bretón- este fenómeno se ha hecho público e irá a más porque se han dado cuenta de que quitar la vida a la pareja es un dolor momentáneo, pero quitar los hijos a una madre es condenarla de por vida. Son actos medidos para generar el máximo dolor.
¿Ese dolor tiene cura?
-Las consecuencias son devastadoras. Pasarán por un proceso de shock, incredulidad, negación, plantearse con quién ha vivido, un dolor insondable y una pregunta sin respuesta: ¿Por qué a mis hijos y no a mí? A veces, los periodistas decís que la imagen se ha ido a negro, pues la existencia de esa mujer se ha ido a negro y está condenada a seguir viviendo pero muerta por dentro.
¿Vivir maltrato en casa hace que se repitan los mismos roles?
-Eso lo expliqué no hace mucho en el Congreso con motivo de la elaboración del Pacto de Estado contra la Violencia de Género. Es más, acabo de publicar un libro de ellos que se titula La huella del dolor. Un niño que percibe maltrato hacia un progenitor, normalmente hacia la madre, sufre tanto o más que si es maltratado directamente. Es ciencia, no una opinión. Y estoy empezando a ver a adolescentes que se enfrentan al padre cuando agreden a su madre pero, a veces, cuando el padre no está, ese mismo adolescente repite la conducta.
¿El Pacto de Estado ayudará realmente a poner fin a este drama?
-El Pacto de Estado está muy bien porque han participado todos los partidos y se han sobrevolado las mezquindades del día a día. Requiere medios y formación de la Policía, sobre todo en ciertos barrios y en localidades rurales en las que hay muchos menos medios. Tenemos que desarrollar mucho más los protocolos para paliar los riesgos. Hay que priorizar esta cuestión en la Justicia y explicar a la población que hay que trabajar con el agresor al margen de ser sancionado y privado de libertad, de lo contrario volverá a repetir la misma conducta con su nueva pareja.
Se incide en la educación. ¿Pero, se está haciendo bien en las escuelas?
-Creo que hay que educar a las niñas para que no les guste vivir con los malotes porque creen que los van a cambiar y no es así. En Primaria, y no se está haciendo, hay que educar en pensar lo que siente el otro. El 75% de los jóvenes se van a separar de sus parejas, hay que educar en la ruptura para que no suponga un fracaso, una humillación o incomprensión?
Hay que acabar con el mito del amor romántico.
-Claro.