MIENTRAS los bañistas toman el sol en sus toallas, disfrutan de sus helados y se dan sus chapuzones veraniegos, ellos, con sus prismáticos en mano, vigilan que todo marche con normalidad. Pasan desapercibidos para muchos, pero siempre están ahí, observando cada detalle. Ayer, los socorristas de la playa de Laga fueron los protagonistas y demostraron que saben trabajar en buena coordinación. Su principal objetivo es salvar a la víctima; desde una picadura hasta un ahogamiento. A las 11.00 en punto de la mañana, los altavoces de la playa de Ibarrangelu daban aviso de que comenzaba un simulacro de rescate. Poco después, Josu dejó de ser socorrista, se metió en el agua y empezó a pedir auxilio. Se ahogaba. Kepa, Joseba, Iñigo y Josu, los socorristas de Laga, rápidamente se coordinaron y avisaron de lo ocurrido. Uno de ellos se tiró al agua y otro compañero le respaldó con la ayuda de una moto acuática. Tras rescatar a la víctima, y una vez en la arena, hasta seis compañeros trabajaron sin descanso para reanimar al bañista.

Ayer solo fue ficción. Pero todos los socorristas tienen que estar preparados para ello. "Hemos acudido todos los coordinadores de distintas playas para tomar nota y ver cómo se desempeña todo", explicaba Álvaro, coordinador de la playa de La Arena, en Muskiz. Koldo Larrazabal, coordinador del Servicio foral de Salvamento y Socorrismo, no le quitó la razón y aseguró que "el simulacro es muy práctico para estar entrenados en este tipo de sucesos". "Se hace todos los años en distintas playas para demostrar la capacidad de respuesta del servicio de socorrismo. Es uno de los requisitos para acceder a la Q de calidad turística", aseguró María Uribe, directora foral de Medio Ambiente.

Bidones de gasoil En el segundo simulacro, muchos bañistas incluso se alarmaron. El acto, organizado por la Diputación vizcaina, contó con la colaboración de la Dirección de la Atención de emergencias y Metereología del Gobierno vasco, el Ayuntamiento de Ibarrangelu, los departamentos vascos de Medio Ambiente y Salud Pública, la Dirección de la Er-tzaintza, el servicio Foral de Salvamento y Socorrismo y los servicios de recogida y limpieza de playas. "¿Pero se puede entrar a la playa?", preguntaba una señora que llegó cargada con sombrilla, tumbona y nevera. "¡Dios mío! ¿Ha pasado algo malo?", le respondía otra mujer que solo se acercó hasta la arena para enterarse de lo ocurrido. No era para menos. Hasta setenta profesionales trabajaron en simulacro.

Esta vez se trataba de una emergencia por contaminación. La mar arrastró dos bidones de gasoil de 250 litros de capacidad y la zona tuvo que ser acordonada. Una vez más, los socorristas dieron aviso por megafonía de que el baño estaba prohibido y colocaron la bandera roja. Junto a los técnicos de salud pública del Gobierno vasco, que iban vestidos con buzos de aislamientos para evitar ser contaminados, trabajaron unidos y pudieron comprobar que estaban intactos y cerrados. Después, los servicios de recogida y limpieza actuaron para eliminar los bidones. Así acabo todo.

"Esperamos que esto solo se practique en simulacros y podamos tener un verano tranquilo", concluyó Koldo.