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Dulce o salado: ¿qué es mejor para desayunar?

Aunque ambos tipos pueden ser saludables, la evidencia científica muestra diferencias importantes en cómo afectan al metabolismo, la saciedad y los niveles de energía

Dulce o salado: ¿qué es mejor para desayunar?Freepik

El desayuno se ha convertido en uno de los temas más discutidos dentro de la nutrición. Hay quienes defienden los clásicos cafés con tostadas y mermelada, mientras otros prefieren comenzar el día con proteínas, verduras o aguacate. Más allá de gustos, lo cierto es que la elección entre un desayuno dulce o salado puede influir en cómo se comporta el metabolismo, los niveles de energía y la sensación de saciedad durante el resto de la mañana. La ciencia ha analizado sus diferencias, y aunque no hay una respuesta universal, sí existen conclusiones claras sobre los efectos de cada tipo de desayuno en el cuerpo.

El dulce: un chispazo de energía

Los desayunos dulces son típicos en países como Italia o Grecia. Tostadas con mermelada, bollería, zumos o cereales azucarados forman parte de la rutina de millones de personas. Su principal ventaja es que aportan energía inmediata gracias a los carbohidratos simples, lo que puede ayudar a activar el cuerpo tras el ayuno nocturno.

Sin embargo, los expertos advierten que un exceso de azúcar en el desayuno puede provocar picos de glucosa y, posteriormente, una sensación de cansancio o hambre temprana. Según un estudio publicado en 'The American Journal of Clinical Nutrition', las comidas ricas en azúcares refinados provocan fluctuaciones rápidas de energía y mayor apetito a lo largo de la mañana.

Los nutricionistas recomiendan que, si se elige un desayuno dulce, este incluya proteínas o grasas saludables (como yogur natural, frutos secos o avena) para equilibrar el índice glucémico y mantener la saciedad durante más tiempo.

El desayuno salado: más saciante y estable

El desayuno salado es más común en países nórdicos o anglosajones, donde se incluyen huevos, aguacate, pan integral, queso fresco o verduras. Su principal ventaja es que contiene más proteínas y grasas saludables, lo que ayuda a mantener estables los niveles de azúcar en sangre y a sentirse saciado por más tiempo.

Investigaciones publicadas en la revista Appetite indican que los desayunos con mayor contenido proteico reducen los antojos y la ingesta calórica posterior durante el día, algo beneficioso para quienes buscan controlar el peso o mantener la concentración.

Tostada de pan integral con aguacate y huevo poché.

Además, este tipo de desayuno contribuye a evitar los bajones energéticos a media mañana, ya que libera energía de forma más lenta y sostenida. Por eso, los endocrinos suelen recomendarlo para personas con resistencia a la insulina, diabetes o metabolismo lento.

¿Cuál es mejor?

No existe una única respuesta válida para todos. Lo importante es que el desayuno sea nutritivo, equilibrado y adaptado al estilo de vida de cada persona. Si practicas deporte por la mañana, un desayuno con carbohidratos (dulce o salado) puede ayudarte a rendir mejor. En cambio, si trabajas sentado o tiendes a picar entre horas, una opción más rica en proteínas puede ayudarte a mantener el apetito bajo control.

Los nutricionistas coinciden en que lo ideal es combinar elementos de ambos mundos: una rebanada de pan integral con aguacate y un poco de fruta, por ejemplo, o yogur natural con avena, frutos secos y una pizca de miel.