Con la llegada de las olas de calor cada vez más intensas, cuidar lo que comemos puede marcar la diferencia entre pasar el verano con energía o sufrir sus efectos. En un artículo reciente, National Geographic explica que comer en exceso o elegir mal los alimentos puede generar sensación de bochorno, empeorar la digestión y acelerar la deshidratación. En cambio, una dieta adecuada puede ayudarnos a mantenernos frescos, hidratados y con energía.
La clave está en entender cómo reacciona el cuerpo al calor. Un estudio publicado en "PLOS Biology" ha demostrado que cuando la temperatura corporal se eleva, un grupo específico de neuronas reducen automáticamente el apetito. Es una respuesta natural: comer implica digerir, y la digestión genera calor. Aunque el cuerpo tenga menos hambre, necesita más que nunca una alimentación que le aporte agua, minerales y energía fácil de asimilar.
Lo que conviene evitar
Uno de los errores más comunes durante las olas de calor es recurrir a comidas densas y difíciles de digerir. Según recoge National Geographic, alimentos como fritos, carnes a la parrilla, guisos contundentes o embutidos curados aumentan la temperatura interna del cuerpo, incrementan la sudoración y dejan una sensación de agotamiento.
La nutricionista Lena Beal, portavoz de la Academy of Nutrition and Dietetics y citada por la revista americana, aconseja elegir comidas ligeras y frecuentes en lugar de grandes cantidades. Además, la revista añade que el exceso de sal presente en alimentos procesados y snacks puede acelerar la deshidratación, sobre todo si no se está bebiendo suficiente agua.
También conviene tener precaución con el alcohol y la cafeína, presentes en bebidas como la cerveza o el té helado. Aunque puedan parecer refrescantes, su efecto diurético favorece la pérdida de agua en un momento en el que, como señala el reportaje, cada gota cuenta. Lo mismo sucede con los lácteos enteros o los alimentos azucarados, que pueden enlentecer la digestión y aumentar el malestar estomacal.
Los alimentos que sí ayudan
La buena noticia es que hay muchas opciones saludables, frescas y eficaces para combatir el calor desde el plato. La prioridad, según National Geographic, debe ser hidratarse, facilitar la digestión y reponer sales minerales.
Una opción práctica son las ensaladas de legumbres como lentejas, garbanzos o alubias, combinadas con verduras crudas y un poco de vinagreta. También resultan útiles las proteínas frías, como el huevo cocido, el atún, el salmón o las gambas hervidas, siempre que se respeten las condiciones de conservación.
En cuanto a la hidratación, lo mejor es no esperar a tener sed. Se recomienda beber entre dos y tres litros de agua al día. Y si hay dudas, la revista aclara que una orina clara y abundante es la mejor señal de que lo estamos haciendo bien.
Frutas, verduras y electrolitos
Durante las olas de calor no solo se pierde agua. También se eliminan sales minerales como sodio, potasio, magnesio y cloro. Para compensarlo, National Geographic propone incorporar bebidas como el agua de coco, zumos naturales o ciertas bebidas isotónicas que puedan ayudar a reponer estos electrolitos.
Pero el verdadero tesoro del verano está en las frutas y verduras de temporada. Productos como el pepino (97 % de agua), la sandía (más del 90 %), el tomate, el apio, la lechuga, las fresas o las naranjas no solo hidratan: también aportan vitaminas y antioxidantes que ayudan al cuerpo a resistir el estrés térmico.
El papel del picante
Tal y como afirma National Geographic, en muchas culturas calurosas se consumen alimentos picantes en verano. Esto tiene una base fisiológica, ya que el picante estimula la sudoración y, al evaporarse el sudor, el cuerpo se refresca.
La revista advierte, eso sí, que si no se está bien hidratado, el picante puede irritar el estómago. Por eso conviene tomarlo con moderación y siempre acompañado de suficiente líquido.