Sobre un montículo rocoso, dominando toda la villa de Sádaba, se levanta su espléndido castillo de origen medieval. Sobrio, austero y proporcionado, es una de las joyas de la localidad, pero no la única, ya que cuenta con un bello casco medieval y la iglesia gótica de Santa María.

La joya más preciada de esta histórica localidad de las Cinco Villas es el castillo de Sádaba, una imponente fortaleza levantada en el siglo XIII que mantiene prácticamente intacta su fisonomía castrense. Aunque se sitúa al otro lado del río Riguel, sobre un alto rocoso, sorprende lo fácil que es llegar hasta él. Incluso se puede dejar el coche casi en la misma puerta, y recorrer sus estancias con la guía de la localidad es un auténtico lujo.

El castillo es un ejemplo singular de arquitectura militar por sus siete torres, y debido a su espectacular estado de conservación, permite visitar su interior. Cuenta la leyenda que contaba con varios pasadizos por donde se escapaba el rey en tiempos de guerra.

Además, Sádaba posee una segunda joya, la iglesia de Santa María, uno de los ejemplos más bellos del gótico en Aragón. La majestuosidad de su interior resulta sobrecogedora y cuenta con un retablo mayor obra de Juan de Ancheta, un Cristo Marinero y un órgano del siglo XVIII.

Cualquier visita debe incluir un paseo por sus calles, que mantienen el trazado medieval. De su casco urbano destacan sus edificios nobles, presentes en la calle Mayor y aledaños, donde se conservan, además, referencias judías. Uno de los edificios históricos más sobresalientes del casco sadabense es Casa Cortés, reconvertido en hospedería.