Seguramente tengan más nombre otras localidades y parajes del Valle del Baztan navarro como Elizondo, Zugarramurdi, el mirador de Ziga o las cuevas de Urdazubi/Urdax, pero el pequeño pueblo de Arizkun, cuna de agotes en el barrio de Bozate y de hidalgos, y de gran trascendencia histórica, merece una visita para descubrir el señorío de sus edificios, palacios y su convento.

El verde manto del Baztan, salpicado de pueblos y baserris, suave en su clima y atractivo por su gastronomía y como cuna del euskera, debe visitarse con la llegada del buen tiempo para disfrutar de sus hayedos, barrancos, cuevas, regatas e hitos prehistóricos. Primavera y verano son estaciones ideales para descubrir recorridos, senderos y balcones llenos de flores.

De entre las localidades del valle, divididas en cuatro cuarteles, hoy resaltamos las bondades de Arizkun, una de las poblaciones históricamente más trascendentes de Baztan, tanto por su importante desarrollo social y económico a lo largo de los siglos, como por el porte y señorío de sus edificios, sus tradiciones ancestrales celosamente conservadas, y la nutrida aportación de personajes relevantes al curso de la historia.

Se llega al pueblo dejando atrás Elizondo/Elbete por la carretera NA-121-b en dirección a Francia durante 4 km, para tomar cualquiera de los dos cruces a la derecha (Laurentx o Ikatzatea). Su apenas medio millar de vecinos se reparten por multitud de barrios, que merece la pena recorrer, de Bozate a Ordoki, Pertalas, San Blas, Bergara, Aintzialde, Otsanaiz, Erniegi y Aritzakun.

Hidalgos y palacios

Arizkun es una localidad señorial, por historia y presente. Ya en el siglo XIV todos sus habitantes aparecían como hidalgos y en el XVIII se convirtió en el núcleo más poblado de Baztan, con 114 vecinos, 31 moradores, 21 casas de pobres y cinco palacios. A principios del siglo XX contaba con fábrica de velas de cera, médico, farmacia, dos maestros, herrería, zapatería, dos chocolaterías, cinco despachos de vinos y licores, tres tabernas, posada y dos ventas.

Como edificios históricos sobreviven la ilustre casa Iturraldea, lugar de origen de Juan Bautista de Iturralde (1674-1741), y la gran casona de Lamiarrita, junto al cruce de Bozate/Erratzu, que fue construida por Juan Tomás de Goyeneche, caballero de la Orden de Santiago y del Consejo de S.M. en 1713.

El cuanto al convento de Arizkun, en el que perduran algunas monjas clarisas de clausura, presenta una grandiosa portada del siglo XVIII en piedra de varias tallas, relieves y hornacinas, y posee un curioso órgano neoclásico con un registro denominado flauta basca, con un sonido pastoso y recio.

Por cierto, que una de las tradiciones locales más famosas es llevar alguna docena de huevos frescos a estas religiosas, para que recen en favor del buen tiempo, tanto por parte de los baserritarras del valle como por la pareja de novios que iba a contraer matrimonio. La escapada no puede concluir sin visitar el Museo Santotxena, en tributo a los agotes.