El PNV lleva semanas insinuando que, si alguien espera una investidura rápida en el Estado español, más vale que se arme de paciencia porque no va a ser así. El presidente del EBB, Andoni Ortuzar, ha vaticinado este sábado que, si se alcanza un acuerdo con el socialista Pedro Sánchez, llegará “sobre la bocina”, en puertas del plazo límite para que se produzca una votación exitosa en el Congreso de los Diputados, el 27 de noviembre. Ha llegado a esta conclusión por la complejidad material y simbólica de los asuntos que están ahora mismo sobre la mesa, que van desde la amnistía de los soberanistas catalanes, hasta las reivindicaciones que le plantea el PNV y que se refieren al reconocimiento de la nación vasca, la bilateralidad con Euskadi para respetar sus competencias y su lengua, y otras cuestiones del día a día que afectan a los vascos. Además, son varios los partidos que tienen que salir en esta fotografía, también Sumar, lo que añade dificultad al encaje de sus planteamientos.

Algunas de las exigencias del PNV las ha confirmado el propio Ortuzar en sendas entrevistas ofrecidas este sábado en Radio Euskadi y La Razón. El partido de Sabin Etxea se reafirma en que ha llegado el momento de abordar la cuestión nacional vasca y la catalana y de hilar fino en la definición de los derechos que les corresponden. La Constitución española reconoce la existencia de nacionalidades por un lado y regiones por otro pero, a efectos prácticos, no se ha traducido en grandes consecuencias en el día a día por la indefinición que existe al respecto. El PNV quiere profundizar en ese debate dejando claro que no pretende “tensionar la política española” sino llenar ese vacío, solucionar el contencioso territorial y afrontar una reflexión necesaria tras los cuarenta años que han transcurrido. Por la parte vasca, se están planteando conceptos como el término nación y la bilateralidad, que no oculta que el Estado entiende de otra manera y con un alcance distinto.

Ortuzar concreta que, “ahora, y es lo que está en la mesa, ha llegado el momento de articular, por ejemplo, un sistema de colaboración y de cooperación bilateral entre la Administración del Estado y las instituciones vascas en el que, en caso de conflicto, haya un sistema de arbitraje previo antes de recurrir al Tribunal Constitucional”, dice, en referencia a las leyes estatales que se adentren en el terreno de las competencias autonómicas. “Y también es el momento de resolver una cuestión que no es solo simbólica: nosotros nos sentimos como una nación, y nuestro nuevo estatus político tiene que reconocer que somos una nación, un sujeto político con derechos inherentes y con una identidad, una cultura y una lengua que hay que preservar, promover y que no puede estar al albur de las decisiones del Tribunal Constitucional”, defiende. Esta última reflexión sobre el euskera llega en un momento de preocupación por las sentencias que recortan el uso de este idioma en la administración pública. Las sentencias del Constitucional y el superior vasco chocan con los vientos favorables al plurilingüismo que soplan en el Congreso de los Diputados, donde se ha impulsado ya el uso del euskera, el catalán y el gallego; y en Europa.

Garantías con las transferencias, no "una simple declaración de buenas intenciones"

Otro de los principales focos de interés se sitúa en qué tipo de garantías le está pidiendo el PNV a Sánchez para fiarse de que, esta vez sí, va a transferir las competencias pendientes que recoge el Estatuto de Gernika y que debería gestionar Euskadi. El PNV y otros socios le han reclamado a Sánchez una especie de prueba de buena fe, hechos previos para fiarse. Ortuzar deja ver que esta reflexión aún no está del todo madura entre ambas partes y que lo están trabajando, pero anticipa ya que “una simple declaración de buenas intenciones no vale”, sino que “hace falta un mayor compromiso, con unos plazos de tiempo y unas guías de por dónde tienen que ir los acuerdos porque, si no, nos vamos a perder en negociaciones múltiples a lo largo de los años que dure la legislatura”.  

No ofreció más detalles, aunque esta alusión parece remitir a la convocatoria de la Comisión Bilateral de Cooperación, en la que ya trabajaban ambos gobiernos antes de las generales, y que iba a permitir un análisis global sobre la treintena de traspasos pendientes y la metodología del proceso para acordarlos. Ortuzar no citó esta comisión y se mantuvo en un plano de discreción absoluta. “Estamos viendo cómo podemos conseguir que los compromisos tengan un horizonte de cumplimiento cierto”, se limitó a decir. Lo que sí confirmó es que se apuesta por un acuerdo de legislatura y no solo de investidura, para dar tiempo a Sánchez a materializar los acuerdos en el transcurso de los meses. 

El PNV recuerda a Sánchez que empeoró sus resultados con la repetición de 2019

Preguntado sobre si Carles Puigdemont, desde Junts, quiere elecciones, Ortuzar cree que no, y que “la repetición electoral no está en la mente de casi nadie”. “Y tampoco la pueden usar desde el Gobierno como una especie de espada de Damocles por la creencia de que en las elecciones van a salir beneficiados los partidos que polarizan, PSOE y PP, porque las repeticiones las carga el diablo”, dijo, en alusión a la pérdida de tres escaños por parte de los socialistas en los comicios de 2019. “Yo no arriesgaría”, dijo en Radio Euskadi.