El Foro Social Permanente, colectivo de asociaciones surgido para impulsar el proceso de paz y ayudar a desatascar los nudos que atenazan la resolución de las consecuencias del ciclo de violencia vivido en Euskadi, echó este sábado el cierre definitivo mediante un acto celebrado en el palacio Kursaal de Donostia reivindicando en su despedida el “recorrido fructífero” de su trayectoria en el que se ha conseguido que la sociedad avance en cuestiones como la disolución de ETA. En todo caso, aún quedarían varios aspectos pendientes de resolución, como es el caso de la “discriminación en el trato a las víctimas” y la “batalla del relato”. En la jornada del adiós de la plataforma estuvieron representantes de formaciones políticas –PNV, EH Bildu o PSE– o sindicales –ELA, LAB o UGT–, además del que fuera líder del denominado Grupo Internacional de Contacto (GIC), el abogado sudafricano Brian Currin.

En una comparecencia telemática, el muñidor de la conferencia de Aiete de 2011 impulsada por Lokarri que sirvió de anticipo del fin de la violencia de ETA, echó la vista atrás para recordar que el proceso vasco de resolución del conflicto “no hay que verlo como la victoria de un bando, sino como una victoria para la paz”. Es más, considera que se logró romper un “bloqueo aparentemente inamovible” entre “el Estado español, que abogaba por una solución de seguridad y no negociada”, y el bloqueo “exacerbado” por “la negación de ETA de poner fin” a la violencia. Currin ensalzó el papel de la sociedad vasca como catalizador, “como socio activo”, para alcanzar un escenario en paz; y elogió la labor del Foro Social que, no sin dificultades, llevó su apuesta hasta su “último destino”, que no fue otro que “la disolución de ETA como una banda terrorista”. Asimismo, agradeció el trabajo “en favor de la reconciliación”, que es en todo caso “un proceso que requiere de muchos años”.

Último manifiesto

Tras la participación de Currin, el acto concluyó con la lectura de un manifiesto por boca de los portavoces del Foro Social, Agus Hernán y Nekane Altzelai, en el que hicieron público un documento de doce puntos sobe los “principales aprendizajes” del colectivo. Como preludio, ahondaron en que “hemos avanzado en cuestiones que parecían imposibles: en el desarme y en la posterior disolución de ETA; en el desbloqueo en la situación de las personas presas; y en el reconocimiento y reparación de las víctimas y en la reconciliación social”, apuntaron, a la par que reconocieron que “queda camino por recorrer”, como en el caso de la necesidad de terminar “con la discriminación en el trato a las víctimas en su derecho a la verdad, la justicia y la reparación”; la todavía activa “política de excepcionalidad penitenciaria aplicada a las personas presas”, que debe ser sustituida “por una política ordinaria que pasa por acordar los itinerarios de reintegración”; o el impulso de “la construcción de una memoria crítica inclusiva que, respetando todos los relatos, supere el nudo aún existente en la batalla del relato”.