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Guerrilleros de Cristo Rey, no de Dios

Mañana se cumplen 40 años de la orden del alcalde franquista de Ondarroa de apalear a unos curas

Guerrilleros de Cristo Rey, no de Diosfoto: IBAN GORRITI

ONDARROA

NO tomarás el nombre de Dios en vano. El mandamiento de la Iglesia católica no tenía lugar en la autodenominación del grupo ultra Guerrilleros de Cristo Rey. Mañana se cumplen 40 años de la paliza que pistoleros de este grupo, enviados por el alcalde franquista de Ondarroa Miguel Ángel Arrizabalaga, Xaxi, dieron a dos sacerdotes y dos mujeres en la casa cural de la localidad marinera. Eran Guerrilleros de Cristo Rey; pero no de Dios. "Jesucristo nunca pidió ni quiso que se utilizaran las armas por Él", diferencia el hoy rector de Begoña Jesús Garitaonandia, uno de los atacados la noche del 20 de diciembre de 1970.

Europa cerraba los años 60 de forma conflictiva. Si París se movilizaba en el Mayo del 68, Euskadi reaccionaba contra el encarcelamiento de sacerdotes. Sesenta curas ocuparon el seminario de Derio. También se decretó la pena de muerte al ondarrutarra Andoni Arrizabalaga, el hijo de la canción Itziarren semea.

En Ondarroa, la cosa fue aún a más con el envío a la cárcel de Zamora del sacerdote de Kaminazpi, Imanol Oruemazaga. Sus feligreses reaccionaron con un boicot a la parroquia en 1969 y protestaron por el cambio del equipo cural nombrado por el obispo José María Cirarda. "Imanol dijo a Cirarda que el mejor camino para solucionar el problema era que saliesen los sacerdotes y poner un equipo nuevo", explica Garitaonandia. "Cirarda le dijo a Imanol: ¿Y tú, Imanol, saldrías también con los demás sacerdotes? Oruemazaga respondió: Si es por el bien de la Iglesia y del pueblo, saldré el primero". Entonces, el Obispo eligió a Emiliano de Iturraran como presidente de los entrantes. Éste llamó a Andoni Basterretxea -de Ondarroa-, Pedro Ormaetxea y a Jesús Garitaonandia.

En enero de 1969, recalaron en el municipio costero con un boicot a la Iglesia por el cambio producido. "Un día vino Imanol a decirnos que no podía cumplir la palabra que dio de salir del pueblo porque su comunidad le pedía que se quedara. Le dijimos que siguiera en Kaminazpi".

Acabó 1969 y casi 1970. El 3 de diciembre comenzó el Proceso de Burgos. Con ese telón de fondo, en Ondarroa, un grupo de "unas doce personas" se acercó al nuevo equipo sacerdotal para decirles que iban a hacer una encerrona en la parroquia. Protestarían por "las huelgas de obreros, encarcelamientos, condenas, penas de muerte y, además, por el Proceso de Burgos".

Garitaonandia recuerda que vieron bien que se manifestaran, "pero no en el templo. Respondieron que en otro lado podían caer en manos de la Guardia Civil". Jesús observó "incoherencias" en su forma de actuar. "Si hacían boicot a la Iglesia, ¿a qué venían a ella a hacer la encerrona? Se sentían protegidos, y en el peor de los casos, los curas serían responsables", valora.

Siempre según su versión, la ciudadanía y la Guardia Civil supieron que había una encerrona. El alcalde, el franquista Miguel Ángel Arrizabalaga, llamaba a Emiliano "para pedirle cuentas y amenazarle". Llegó a decirle: "A ver si os mando a los Guerrilleros de Cristo Rey para sacarles de la iglesia". El 4 de diciembre, Madrid declaró el Estado de Excepción para Euskadi. "Tuvimos miedo de que la Guardia Civil entrara en la iglesia y Emiliano y yo fuimos a comunicarles el riesgo".

A los días, uno de los encerrados fue a decir a los curas que dejaban la protesta y agradecieron el trato dispensado, "aunque no estaban de acuerdo con nosotros porque no éramos elegidos por el pueblo". Entonces los dos cerraron la iglesia, y estando en la casa cural junto a dos mujeres -Carmen Gallastegi y Naty Burgoa- que ayudaban en labores domésticas, sonó el timbre. Carmen salió y volvió a la cocina. "En la puerta hay un hombre que dice que viene de parte de Arrizabala y que salga un cura. No le he cogido buena pinta", dijo. Se levantó Emiliano y Carmen le siguió. "A Emiliano le pusieron una pistola en el pecho. Él la agarró y forcejeó con el intruso. Le abrieron una brecha en la cabeza". El cura logró zafarse y se escondió en un cuarto. Carmen se puso a gritar y le dieron una "fuerte paliza".

Azotes "Yo, al salir al pasillo, me encontré con un hombre que, con la pistola en ristre, venía gritando: Somos guerrilleros de Cristo Rey. Me asusté y le empujé a Naty al comedor para que no se metieran con ella", recuerda y continúa: "El intruso me cogió y con la pistola me abrió el labio. Después me metí en la cocina. Allí, me cogió solo y me dio una paliza brutal con azotes de cadenas. Fue tal el susto y el miedo que pasamos, que no pudimos reaccionar".

Garitaonandia estima que los ultras fueron al templo, y al no estar los encerrados, les atacaron a ellos. "No se lo deseo ni al mayor enemigo, pero la visita nos vino muy bien para cambiar la opinión de la gente de Ondarroa. Un grupo minoritario del pueblo tenía declarado el boicot a la Iglesia y otros muchos lo seguían por miedo o pensando que nosotros éramos unos curas carcamales a la antigua usanza. A la mayoría de la gente se le aclararon las ideas", concluye.