Unai Laso atendió a los medios de comunicación en la sala de prensa del Frontón Bizkaia muy emocionado. Sobre su cabeza, la txapela del Cuatro y Medio, y en su mano derecha, sin soltarlo, el trofeo que le acredita como el ganador del campeonato. “Ha sido un partido muy duro, muy exigente físicamente en el que Peio ha dado mucho pelotazo. Ha sido un partido en el que he sabido sufrir y cambiar la rabia para darle la vuelta y cambiar el guion”, destacó el delantero de Bizkarreta-Gerendiain.
Y es que Laso comenzó la contienda cinco tantos por debajo frente a un rival que fue un auténtico ciclón en los inicios: “Ha costado porque Peio ha metido mucho ritmo y ha jugado muy bien desde el primer pelotazo. Me echaba para atrás y no sabía dónde colocarme. Me cansaba y sentía que no podía sacar mi juego, porque todo el rato me venían bombardeos. No ha ganado la txapela, pero también se la merecía”. El de Baiko protagonizó una remontada digna de campeón que comenzó desde el banquillo porque, tal y como él mismo reconoció, “mi equipo ha confiado en mí incluso más que yo durante muchos momentos del partido”.
Al igual que Peio Etxeberria, el flamante campeón de la jaula achacó su triunfo a los errores puntuales que cometió el delantero de Zenotz en la parte final del duelo. Fallos que Unai Laso achacó “al cansancio”. “Es que ha sido un partido muy físico. Al principio él ha estado muy bien pero luego yo he encontrado más el juego. Le metía en los pies muchos tantos y ahí he empezado a estar mejor. Han sido tantos duros, pero he visto que Peio podía flaquear y he ido a por todas, jugando una a una”. De hecho, fue a partir del 18-17 cuando el de Bizkarreta-Gerendiain comenzó a pelotear como un ganador, aunque admitió que no las tenía todas consigo hasta lograr el 22: “No quería pensar en la txapela porque cuando piensas en ella te aceleras y no haces las cosas bien. Sabía que estaba cerca así que he ido a por los tantos y así he ganado”.
Los errores del pasado
Laso admitió que su único objetivo cuando iba por detrás en el marcador era “pensar lo menos posible y jugar” porque mientras Etxeberria dominaba el luminoso a su cabeza le “vinieron pensamientos malos de muchas finales y momentos no buenos que no se valoran, porque no se valoran las txapelas que no se ganan y la verdad es que hay que valorarlas también. He sabido cambiar el chip y estoy muy contento de verdad”.
Durante la hora y cuarto que duró la final, Laso también tuvo instantes en los que se acordó de la operación de cadera a la que tuvo que someterse el año pasado y por la que ahora la txapela le sabe mucho mejor. “Ya estaba muy orgulloso de todo lo que estaba haciendo en estas últimas temporadas en las que he llegado a bastantes finales. Pero es que esto es resultado de esos miércoles en los que no te apetece nada entrenar y entrenas con mala cara y te das cuenta de que tienes al mejor equipo del mundo. Esta txapela es la guinda del pastel para todos ellos y para mí”, apostilló el campeón del Cuatro y Medio.