El pelotari Salsamendi, que juega en el Frontón Auditorium, de Shanghai, ha enviado un cable, comunicando que se encuentra sin novedad al igual que los demás pelotaris españoles que juegan en dicho frontón chino", reza un recorte de La Vanguardia datado del 13 de noviembre de 1945. Olvidados los efluvios del jai alai -una de las palabras en euskera más extendida por el globo-, los recodos de la historia dejan un hueco al pasado. Relata Juan Pablo Sánchez Beltrán (Valencia, 8-I-1962), informático de profesión e historiador apasionado por la cultura oriental, quien ha estudiado la presencia de la cesta punta en uno de los lugares más alejados de la influencia vasca, China, en una época muy convulsa para el país asiático, que "como si habláramos de la Fórmula 1 en la actualidad; así era el Jai Alai entonces". "A principios del siglo XX, el Jai Alai era un deporte de moda", explica Sánchez y apostilla que "por ejemplo, en cuanto a los promotores, he encontrado que fue el yerno de Benito Mussolini, el Conde Ciano -Galeazzo Ciano, conde de Cortellazzo y Buccari-, el promotor del frontón de Tianjin y el empresario francés Felix Bouvier, el del frontón de Shanghai; donde también construyó un salón de baile y un canódromo".

"Prácticamente hubo pelotaris desde 1929 hasta 1944, formando dos cuadros completos de 24 pelotaris, uno en Shanghai y otro en Tianjin -ciudades divididas por 1.095 kilómetros de carretera- que se renovaban cada temporada. A los que hay que sumar los intendentes, cesteros, y familiares. Con todo era el colectivo más importante junto con el de los misioneros", afirma el historiador. No obstante, a pesar de ser un colectivo grande, los frontones no terminaron de ser un negocio rentable debido a la cantidad de problemas de índole colonial y revolucionario. "En China continental funcionaron el frontón de Tianjin, ciudad bajo en control italiano, y el de Shanghai, en la concesión francesa. Posteriormente funcionó uno, convertido en la actualidad en casino, en la isla de Macao, colonia portuguesa en aquel momento, y hoy en día integrada en China. En Asia también funcionaron frontones en Filipinas e Indonesia. El frontón de Shanghai se inauguró en 1929 y se cerró en 1944 cuando se recrudeció la guerra civil tras la invasión japonesa. Del de Tianjin tengo documentado que funcionó desde 1934 hasta 1938, pues a los japoneses ocuparon parcialmente Tianjin en verano de 1937, incrementándose la tensión hasta que en 1941 es completamente ocupada". De todos modos, el éxito de espectadores estaba asegurado: "El frontón de Shanghai, en 1934, tenía una capacidad de 3.000 personas, estaba dotado de aire acondicionado y tenía un total de 4.000 empleados trabajando".

Y el modo de vida vasco quedó importado en una sociedad tan mística como la china. "Los pelotaris vivían en la concesión francesa e italiana que mantenía estilos de vida occidentales. Hay un par de novelas que retratan sus vidas, una del que fuera vicecónsul español Julio Larracoechea titulada Ramonchu en Shanghai (1941) y otra de reciente publicación titulada El frontón de Shanghai de Cesar Galiano", desgrana Sánchez y agrega que "los pelotaris llevaron a Shanghai sus formas de vida. José Maguregui y Pedro María Olasolo abrieron el Bar Barcelona y Rafael Garramiola el Bar Sevilla. Hubo pelotaris que tuvieron en China sus hijos como es el caso de José María Iriondo Urquidi que jugó de 1934 a 1938 en Tianjin y tuvo allí al también pelotari José María Iriondo Azpiri en 1935 que hoy vive en Bilbao. También quien se casó allí, como Paulino Ituarte y Elordi que lo hizo en el consulado español de Shanghai en 1936 con Nina Barsamova, de origen ruso, que había sido proclamada Miss Shanghai unos años antes. Sus hijas Natalia y Elena viven en la actualidad en California pero veranean en Markina", finiquita el valenciano.