El pasado fin de semana, el Zuazo se despidió de la Liga Guerreras Iberdrola, la máxima categoría del balonmano femenino estatal. Lo hizo con una derrota ante el Costa del Sol Málaga (29-20), uno de los favoritos a llevarse el título, en un encuentro en el que el conjunto barakaldarra ya estaba descendido hiciera lo que hiciera. Pero, a pesar de todo ello, el Zuazo se despidió de la División de Honor con la cabeza alta. Porque el equipo rojinegro tuvo que lidiar con la presión del farolillo rojo desde la jornada 13 –y la competición regular tiene 26–, algo muy complicado de hacer cuando, además, tienes la plantilla más joven de la categoría. Y es que, con 20,5 años de media, mucha debutante y uno de los presupuestos más humildes de la liga, al Zuazo se le complicó la gestión de verse siempre al borde del precipicio. Ya avisó el técnico, Joseba Rodríguez, más conocido en los parqués como Haito, que a su equipo iba a costarle amoldarse a una división en la que empezó demasiado tierno: “Vamos a tardar un par de meses todavía en ver la mejor versión del Zuazo”. Pero es que esta temporada la Liga Guerreras Iberdrola no esperó a nadie y, por eso, el club de Lasesarre jugará la próxima campaña en la División de Honor Oro.

No se trata de endulzar un descenso, que siempre es amargo, pero es justo decir que realmente el Zuazo mejoró con el paso de las jornadas. Sobre todo tras la primera vuelta, cuando ya ocupaba la última plaza de la clasificación y, más aún, en sus últimos encuentros como equipo de Honor. “Hemos refrendado el buen nivel que el equipo ha dado en las últimas jornadas. Hemos ido de menos a mucho más. Estoy muy contento con el trabajo de las jugadoras. Seguramente podíamos haber rendido mejor, pero es un equipo joven e inexperto y ha sabido dar la cara y reagruparse”, reconoció Haito ya tras la que fue su séptima temporada en el banquillo barakaldarra. Y los números le dan la razón al técnico. De hecho, tres de las cuatro victorias que el equipo rojinegro consiguió en 26 jornadas se dieron en la fase final de la temporada –en la 18 ante el Morvedre (23-18), en la 19 ante el Beti-Onak (24-26) y en la 22 ante La Rioja (25-27). El otro triunfo fue en la jornada 5 ante el Gijón (22-17)–. Buenos triunfos aunque, a la postre, insuficientes para evitar el descenso. Asimismo, Haito se congratula de haber sido capaces de poner en aprietos a conjuntos importantes de la división: “Hemos peleado cara a cara contra rivales de mucha categoría en este tramo final tan duro, pero no ha podido ser. Nos despedimos con la conciencia tranquila”.

Equipo ascensor

De esta forma, el pasado fin de semana finalizó la fase regular de la Liga Guerreras Iberdrola con el Zuazo en descenso directo. Es decir, el conjunto fabril no seguirá en la máxima categoría del balonmano femenino tan solo una temporada después de lograr el ascenso. Y es que el club barakaldarra se ha convertido en lo que se denomina un “equipo ascensor”, ese que va alternando promociones y descensos temporada a temporada. Demasiado bueno para Honor Oro, pero aún no lo suficiente para la élite. Y es que, tras diez campañas consecutivas en lo más alto, el Zuazo cayó a la segunda división en la 2022/23 para, en el curso siguiente, es decir, el pasado, conseguir plaza de nuevo en División de Honor tras superar varios altibajos económicos. Pero se trató de un privilegio que ahora ha vuelto a perder 26 partidos después. De esta forma, con el desenlace ya escrito con el peor de los finales, el Zuazo regresa al barro con el objetivo de salir de él cuanto antes, pero con la necesidad de reconstruir de nuevo al equipo.

Bajas

Porque el descenso del Zuazo ha vuelto aún más atractiva a su joven pero ya fogueada plantilla. De esta forma, ya se conocen varios nombres que no continuarán en la factoría rojinegra la próxima temporada, como por ejemplo Nerea Gil y Maialen Orbañanos. La primera firmó ya con el Mecalia Atlético Guardés para la próxima temporada con el propósito de reforzar la primera línea del equipo gallego; mientras que la lateral guipuzcoana vestirá el curso que viene los colores de un Replasa Beti-Onak que aseguró la salvación la última jornada liguera.