Iker Irribarria (Arama, 1996) cierra hoy su vida profesional con apenas 26 años. Una lesión de rodilla saca de las canchas al campeón más joven del Manomanista (19 años) y del Parejas (20). Se despide en el Atano III de Donostia en un duelo de homenaje con Zabaleta ante Altuna III-Martija (17.15 hora). Este domingo comenzará una nueva vida. Juan Martínez de Irujo, Aitor Zubieta, Mikel Idoate y Aritz Laskurain pasaron algo similar.

Juan Martínez de Irujo

“La vida hay que afrontarla como viene”

El último partido de Juan Martínez de Irujo (Ibero, 1981) fue la final del Campeonato de Parejas de 2016. El 9 de abril de esa campaña el campeón navarro se rompió el dedo corazón de la mano derecha. Estando lesionado, le fue detectada una cardiopatía que provocó su retirada definitiva. Tenía 34 años. “Mi adiós fue diferente al de los demás. No me dolía nada y no tenía síntomas. Iba a tope en todos los entrenamientos y ponía el corazón a doscientos”, cuenta el exprofesional de Ibero. “Uno nunca se quiere retirar, pero cuando los especialistas te lo dicen, hay que hacerles caso”, sostiene. “La vida es como la pelota. Te viene del frontis y tienes que golpearla como sea”, sentencia Irujo.

Todavía recuerda como si fuera ayer cuando le dijeron que echara el freno. “Pasas de ir a entrenar todos los días a un paro radical. Fue como de la noche al día. Te preguntas: ¿Y ahora qué hago? Empecé a no conciliar el sueño. Los días se me hacían largos. Además, no podía contar todo para no especular, porque no era definitivo. Me aislé bastante”, evoca el cinco veces campeón del Manomanista. “Una vez que me retiré, seguí en el frontón trabajando con Elkarpelota. Estar con los chavales y ver su evolución es lo más bonito del deporte. De todos modos, con dos hijas uno no se puede aburrir”, disecciona.

Cambió su vida. “Llega el momento de disfrutar más de la familia. Mis mejores recuerdos de esos primeros años son de los veranos, en los que pude irme de vacaciones con los míos”, analiza Martínez de Irujo. “Son situaciones duras, te llevas un batacazo, pero hay que darle la vuelta y seguir adelante. La vida es larga”, zanja.

Aitor Zubieta

“No hay vértigo, pero sí incertidumbre”

Aitor Zubieta (Etxarri-Aranatz, 1984) tiene la fecha tatuada en el cerebro. En la entrevista la dice de carrerilla: 15 de septiembre de 2015. Fue en Bermeo. Tenía 31 años. Partido especial, de altura. Aimar Olaizola-Albisu contra Martínez de Irujo-Zubieta. En el “quinto o cuarto tanto” notó “algo” en la rodilla derecha. Forzó para seguir. Su compañero le dijo: “Aitor, estás cojeando”. Suspendió y llegó el calvario. Años antes se había roto dos veces los ligamentos de las rodillas. Esa temporada había jugado la final del Parejas con Pablo Berasaluze y llevaba un verano tremendo: ganó la Virgen Blanca con Ezkurdia –su primer torneo veraniego– y llegó a la final de Zarautz con Altuna III –su primera final–. “Me recomendaron un tratamiento conservador y no operar. En la empresa querían que entrara en el Parejas con un chaval, un tal Iker Irribarria, así que intenté recuperarme con una rehabilitación muy potente”, desgrana. Llegó a tiempo. Disputaron juntos tres partidos y se fracturó el tendón de Aquiles de la otra pierna. “Cuando me abrieron las dos lesiones, los médicos vieron la gravedad. Fíjese: me quedaban cuatro años de contrato, estaba con ganas y en un gran momento. Nunca quieres tirar la toalla”, manifiesta el campeón del Parejas de 2010, quien observa que “fue un año muy duro. A los quince minutos de caminar se me hinchaba la rodilla. Empezaron los dolores de espalda. Era imposible seguir. La lesión me echó”.

“Acabar tu carrera deportiva no da vértigo, pero sí incertidumbre. Te cuestionas: ¿Cómo no voy a jugar o entrenar? Es algo que haces desde niño. Mi mujer y mis padres fueron un apoyo fundamental. Justo nació mi primera hija. Me retiré con la conciencia tranquila. La vida de después, en mi caso, ha sido maravillosa”, desbroza Zubieta, quien admite que “ver jugar me da envidia sana, pero la rodilla me recuerda todos los días por qué tuve que dejar el deporte”.

Mikel Idoate

“La juventud es buena en estas situaciones”

Mikel Idoate (Txantrea, 1989) tenía 26 años cuando se tuvo que retirar de la pelota a mano profesional. Era junio de 2016, pero llevaba con la zurda muy tocada desde julio de 2014. Dos años de problemas continuos. Un tejido subcutáneo casi inexistente provocó una lesión en el tendón y el nervio. “Con esa edad eres demasiado joven para entender que se trunca tu carrera. La de Irribarria es más especial, porque es un campeón. Recuerdo que en 2019 y 2020, años en los que sufrió por la presión, compartimos libros sobre psicología”, declara el ahora comentarista de ETB, quien sostiene que “cuando te pasa algo así, necesitas tiempo, porque estás metido en una vorágine. Iker tiene herramientas para seguir y avanzar. La adrenalina de ser deportista profesional se echa de menos. Sentirá cierta tranquilidad, que es buena al principio, pero luego hay que buscar algo que te llene”.

“Hay que aceptar lo que viene y quedarte con el aprendizaje y, aunque sea una faena, ha vivido algo que pocos logran. Tiene la suerte de ser joven. Con 26 años uno quiere comerse el mundo. Si te pasa con más edad, eres más sereno pero menos atrevido para afrontar el cambio”, finaliza.

Aritz laskurain

“La vida es más que el deporte”

Aritz Laskurain (Soraluze, 1979) disputó su último partido el 24 de septiembre de 2013. Venía de tres subcampeonatos del Parejas (2008, 2010 y 2012). A finales de 2014 ponía fin a su carrera por la artrosis en sus dos caderas. “Nunca he sido de los que llame demasiado la atención, así que me sentí bien en el anonimato”, confiesa el zaguero guipuzcoano, quien rememora que “al principio sientes incertidumbre. Empezaron los dolores, me tenía que infiltrar e ir al fisio tres o cuatro veces a la semana. El dolor se acrecentó y, tras las pruebas pertinentes, sacaron la dolencia”.

“La vida no se para”, argumenta Laskurain, que tiene una consulta de osteopatía en Soraluze –Aritz Laskurain Osteopatia, donde también se ofrecen labores de nutricionista por parte de la profesional Nerea Segura–. “La vida es más que el deporte. Para mí fue el 100%, pero luego ves que es una etapa, nada más. Su importancia es relativa. Cuando yo estaba lesionado detectaron a aita un cáncer y falleció en 2016 y eso fue mucho más duro. La vida va más allá del frontón”, finaliza.