Hace un año, Novak Djokovic ocupaba los titulares antes de la disputa del Abierto de Australia por su deportación, que le impidió tomar parte en el primer Grand Slam del curso y, en teoría, le impedía ingresar en el país en un periodo de tres años. Hace un año, Rafa Nadal protagonizó una de las mayores remontadas de su carrera y de la historia del tenis y se impuso en una final memorable a Daniil Medvedev para sumar su 21º grande. Unos meses después, sumó el 22º al llevarse Roland Garros. Djokovic compitió lo que pudo por su postura antivacunas, pero pudo sumar su 21º Grand Slam en Wimbledon, así que a partir de este lunes Melbourne ofrece al serbio otra oportunidad de empatar al frente de esa pugna histórica a la que, fuera de ella el retirado Roger Federer, le puede quedar menos tiempo del que los aficionados desearían. Simplemente, por ley de vida.

La lista de grandes de 2022 se cerró con la victoria en Nueva York de Carlos Alcaraz, que desde entonces es número 1 del mundo y el gran ausente en la cita australiana. El cuerpo ya le ha dado un aviso al murciano de lo que supone cargar con la presión y el desgaste físico y mental de su estatus de estrella y le ha obligado a parar en el momento en el que se acerca ese definitivo cambio de ciclo del que él es cabeza de cartel. Nadal toma así el privilegio de primer cabeza de serie en el Abierto de Australia y no podrá verse las caras con Djokovic hasta una hipotética final. Todo el mundo designa al serbio como principal favorito al título, pero las cosas no van a ser sencillas para ninguno de los dos.

En primer lugar, por la condición física que ambos pueden presentar en Melbourne Park. Djokovic ganó el primer torneo del año en Adelaida, pero esta semana ha mostrado algunos problemas musculares a los que ha querido quitar importancia. Su rebeldía está demostrada y su hambre sigue intacta, según él mismo ha confesado. Nadal, por su parte, solo ha ganado un partido desde que se retiró antes de las semifinales de Wimbledon y, como siempre, su idea es ir cogiendo ritmo con el paso de los partidos, pero tiene ante sí un cuadro muy exigente, empezando por el debut el lunes ante el británico Jack Draper. Nadal trata ahora de adaptarse a su nueva vida como deportista y padre y eso es algo que también hay que encajar dentro de las rutinas tan metódicas que han guiado su carrera.

En segundo lugar, los aspirantes a desbancar a las leyendas ya han demostrado que van afilando el colmillo para detectar sus puntos vulnerables y aprovechar las oportunidades. Sin embargo, las primeras semanas han dejado pocas pistas de cómo se encuentran los Ruud, Tsitsipas, Rublev, Medvedev, Auger-Aliassime, Fritz, Berrettini, Tiafoe, Sinner o Rune, último maestro al ganar la final a Djokovic. Hay que celebrar el regreso de Zverev, que no jugaba desde su lesíón en Roland Garros, y estar atentos a Kyrgios, capaz de todo ante su público.

En el cuadro femenino, todas las miradas recaen en Iga Swiatek, que a sus 21 años ya tiene tres Grand Slams y dominó el año pasado con mano firme, salvo en el tramo final. Pero en este Abierto de Australia puede pasar cualquier cosa, como demuestra que nadie ha repetido título desde que lo hizo Viktoria Azarenka en 2013. Además, otro dato curioso alumbra esta imprevisibilidad: seis de las siete últimas campeonas están fuera del circuito por haber sido madres o estar embarazadas ahora mismo. Una de ellas es Ashleugh Barty, la última ganadora que se retiró pocas semanas después, y la última ha sido Naomi Osaka.

En este contexto, lo que parece un todas contra Swiatek puede ofrecer sorpresas en ese movimiento continuo del ranking mundial y de sus profundidades surgir la campeona. Garbiñe Muguruza saldrá después de bastante tiempo sin la condición de cabeza de serie y eso le lleva a un duelo en primera ronda ante Elise Mertens, peligrosa, aunque no en su mejor momento. “A veces el ir de favorita no ayuda porque mucha gente espera mucho de ti y tú tienes esa presión. No creo que sea una favorita pero tengo muchas opciones de seguir avanzando”, ha comentado la tenista de Caracas, que cuando fue finalista en 2020 ante Sofia Kenin tampoco partió entre las 32 favoritias. “Soy buena en volver de repente”, ha añadido Muguruza, que ya ha olvidado la pobre temporada anterior y llega a Melbourne con sensaciones agridulces tras dos derrotas en los dos torneos de Adelaida. “La competición no acaba de encajar porque me faltan partidos, pero creo que estoy bien de tenis”, explica.

Muguruza apunta a Swiatek y Jessica Pegula como principales favoritas, aunque no faltan nombres en los pronósticos como Jabeur, Garcia, Sabalenka, Rybakina, Bencic o Gauff. Hace unos días, se podría haber incluido a Paula Badosa. La catalana también amagó con acercarse a su mejor tenis, pero tuvo que retirarse por lesión en el último torneo, lo que siempre genera dudas.