Polonia o Abu Dhabi fueron algunas de las paradas de la incombustible paratriatleta Rakel Mateo. La mungitarra vivió un 2022 de altibajos, con dolencias y dentro de las enormes metas que se marca. Su carácter, su tesón y su valía predominan y con ellos mira a este 2023 con optimismo.

La primera cita importante del año fue el campeonato de Europa. Un pequeño incidente en una concentración en Sierra Nevada hizo que no llegara en su mejor momento a Polonia; aun así, cosechó la medalla de plata. “No iba al cien por cien, porque viniendo de Sierra Nevada me di un golpe, que resultó en una una costilla fisurada y otra rota. Eso me rompió un poco los esquemas pero conseguí llegar al Europeo. Dentro de la circunstancia en la que me encontraba, no se pudo nadar, con lo cual se convirtió en duatlón, y ahora mismo soy mejor nadadora que corredora, pero bueno, la realidad del momento era la que era” recuerda Mateo. Tras dejar atrás el Europeo, el Mundial de Abu Dhabi era la prueba por excelencia. Sin embargo, un nuevo revés obligó a la deportista a pasar por el quirófano, dejándole muy poco tiempo de preparación, sobre todo en la carrera a pie. “El 12 de julio me tuvieron que intervenir y eso me hizo tener que ir eliminando carreras y llegó el Mundial, que era el 24 de noviembre, y sabía que iba muy justita. Sabía que si no pasaba nada, nadar y bici lo podía hacer bien, pero tenía claro que la carrera iba a ser muy dura, y efectivamente así lo fue”, comenta. Con todas y ellas, firmó una quinta plaza. 2023 será un año muy importante, porque están en liza las clasificaciones para los Juegos de París. Mateo ya atesora dos diplomas paralímpicos y ahora el reto es subirse al podio. “Al menos no puedo decir Y si lo hubiera intentado…. Esa frase ya no está, porque creo que he luchado hasta el final. Me duele mucho esa frase y por eso ya no la quiero decir. Todas aspiramos a medalla y sé que no hay para todas. Yo todos los días me levanto diciendo: Rakel, que sí, que vas a poder, Rakel vas a estar en París. Tengo dos tatuajes: esperanza y sueños. Son palabras que están conmigo. La esperanza es lo último que se pierde y los sueños están ahí para pensar en ellos y de eso vivo”, afirma. Toda una lección.