Javier Álvarez Mata (Bilbao, 1980) comenzó en el balonmano desde muy pequeño. Fue en el colegio bilbaino de Escolapios cuando este colegiado empezó a dar sus primeros pasos sobre el parqué, aunque primero fuera como jugador. Porque es raro el árbitro que no haya tenido algún tipo de relación con este deporte, y Álvarez tampoco es la excepción. Sin embargo, hasta que no llegó a cadete no sintió el gusanillo del silbato. Así, en plena adolescencia, el vizcaino se colgó un chiflo al cuello “para ganarme un dinerito”, tal y como él mismo explica, y desde entonces ya no se lo ha quitado: “Estuve compaginando jugador y colegiado hasta la Universidad. Por tema de estudios tuve que dejar algo y justo me captaron para arbitrar encuentros federados. Así he ido creciendo hasta hoy, pero si me llegan a decir entonces que iba a llegar hasta aquí no me lo creo”, reconoce el árbitro.

Porque Álvarez no solo es el único referí vizcaino que milita en Asobal, máxima división del balonmano español, sino que además ostenta el título de colegiado internacional, aquel que le acredita para participar en Mundiales y Juegos Olímpicos, siendo la cita de cada cuatro años el verdadero sueño de Álvarez: “Para un deportista, los Juegos Olímpicos es lo que más te puede llenar en tu trabajo, pero soy consciente de que es complicado porque deben estar representados todos los países y además existe un ranking, por lo que solo van los mejores de los mejores”.

Álvarez es un tipo sencillo, que ha tenido la suerte de trabajar en lo que le gusta y que se considera “un deportista más sobre la pista”. Así lleva cinco temporadas en Asobal. Y, a pesar del tiempo pasado, todavía guarda especial recuerdo de su campaña debut en la élite cuando, según el propio colegiado, vivió uno de los encuentros más complicados de su carrera: “Fue entre el desaparecido Ciudad Real y el Barcelona, que por trascendencia e importancia era algo así como el Barça-Madrid del balonmano. Eran los dos mejores equipos de la categoría y había mucha tensión porque los blaugranas llegaban invictos y acabaron perdiendo. Fue mucha responsabilidad porque era mi primera temporada, pero también fue un orgullo que confiaran en mí para ese partido”.

Ocho años en pareja Poco duró Álvarez como árbitro federado sin Ion Bustamante, su pareja desde hace ocho temporadas y, por el momento, su único acompañante en Asobal. Del comité navarro, Bustamante también ostenta la licencia internacional y el colegiado bilbaino reconoce que juntos forman una dupla de buen nivel: “Nos llevamos genial porque hemos pasado juntos muchas batallas. Han sido muchos viajes y muchos minutos juntos, porque en el balonmano es más importante lo que ocurre fuera de la pista que lo que pasa dentro. Al fin y al cabo, los partidos son de hora y media, pero los viajes pueden llegar a durar semanas”. Y que así siga, porque Álvarez se muestra encantado con la pareja arbitral que protagoniza junto a Bustamante y lamenta que no salgan más jóvenes interesados en este ámbito del balonmano: “Es un oficio sacrificado, hay que renunciar a horas con cuadrilla y familia. Son muchos viajes y sacar deportistas de élite es complicado, pero sí acabará saliendo alguna pareja joven y buena en Bizkaia”.

Porque Álvarez es consciente de lo complicado que es ascender en su trabajo y no duda en admitir que su ascenso en el balonmano ha tenido algo que ver con la suerte: “Al final, este deporte es como la vida, es necesario estar en el sitio adecuado en el momento oportuno. En mi caso, pedían una pareja de árbitros con ciertos requisitos que nosotros teníamos. Y ahí estábamos”. Desde entonces hasta hoy, Álvarez ha logrado ascender desde Territorial hasta los campeonatos internacionales, resonando su nombre con fuerza en los torneos europeos y con más de cinco temporadas en Asobal.