bilbao. En el garaje de Mercedes, Lewis Hamilton soñaba merced a su pole con poder sumar su primera victoria para el equipo alemán; en el box de Red Bull de Sebastian Vettel, con su tercera plaza de salida y viendo a sus inmediatos perseguidores en la batalla por el título alejados en la parrilla, a Fernando Alonso en la novena pintura y Kimi Raikkonen en la décima, sonaba música disco a todo volumen media hora antes de arrancar el Gran Premio de Gran Bretaña, octava cita del calendario, quizás por concentración a espuertas, pues para los vecinos de pit-lane el tono resultaba molesto para acometer el ejercicio previo a la carrera. Ninguno de los dos, en situaciones privilegiadas para acometer sus respectivas empresas, podía imaginar lo que esta maldita jornada en Silverstone les iba a deparar: la ruina.

A Hamilton, liderando, se le rasgó la rueda trasera izquierda antes de estallar en la vuelta 8 de las 52 pactadas, y aunque protagonizó una remontada brutal tras llegar al box rascando con su llanta, quedó privado del podio y por supuesto de la gloria en su feudo. El inglés terminó cuarto. Para Vettel, sin embargo, el percance fue un problema mecánico en la caja de cambios, que hizo que su monoplaza quedara aparcado en la vuelta 41 en la misma recta de meta, cuando había tomado el relevo de Hamilton en la cabeza de la prueba, una herencia maléfica que deparó en abandono. El alemán llevaba 58 carreras sin incidentes.

En contraposición, así como hubo dos desventurados, como sol y sombra, hubo dos grandes afortunados en Gran Bretaña: uno en términos parciales, que fue Nico Rosberg, con su segunda victoria de la temporada, y el otro en el ámbito global, caso de Alonso, que siendo tercero -llegó a rodar undécimo tras una mala salida-, y con el abandono de Vettel pasa a estar en el Campeonato del Mundo a una diferencia de 21 puntos del líder alemán, en lugar de a 36. El asturiano, en el marco de su rutina dominical, volvió a ejercer el arte de la supervivencia, una destreza encomiable aderezada por la puntual estrategia y la diosa fortuna, virtudes que le alzaron hasta el tercer peldaño del cajón.

Cabe citar que Rosberg fue investigado y amonestado por no aminorar la marcha en una zona con banderas amarillas ondeando, una situación que le podría incluso haber dejado sin victoria.

El Ferrari de Alonso patinó en la salida y el asturiano cayó hasta el abismo de la undécima plaza. A priori, la jornada se complicaba todavía más. Aunque peor le fue a Webber. El australiano partió cuarto y en los compases inaugurales Grosjean le sacó de pista para regresar a la trazada en 14º lugar. Si bien, su vertiginoso ritmo le alzó hasta el segundo pedestal del podio. Entre tanto, Hamilton abría camino secundado por Vettel, que ganó la posición a Rosberg en la arrancada.

neumáticos bajo sospecha La carrera, por sus ingredientes, fue una locura. Un desconcierto que se instaló en el décimo abrazo al circuito de Silverstone, cuando a Hamilton le llegó la lápida de su pinchazo convertido en reventón. El desconcierto fue in crescendo en el paddock cuando brotaron nuevos damnificados, primero llegó la desdicha para Massa, que venía en una progresión brutal que luego volvería a mantener, y más tarde para Vergne. Los tres, y luego sería también el turno para Sergio Pérez, padecieron de lo mismo en la misma rueda, la trasera izquierda, que quedó desnuda de goma en los todos los casos. Esta octava cita de F-1 era una especie de ruleta rusa al antojo de no se sabía con certeza qué. Todos tomaban prudencia al calzarse sobre los pianos. "Estamos trabajando para tratar de entender qué ha sucedido en la carrera", diría a la postre el fabricante Pirelli, suministrador único de neumáticos en el Mundial y que ayer multiplicó a sus detractores.

Mientras, Alonso escalaba sobre una pared vertical, cobrando altura sin pendientes, disparado como un cohete ganando cota. No en vano, tras la entrada en pista del coche de seguridad motivada por el estallido del neumático de Vergne, el asturiano relanzaría la prueba en cuarta posición. El contador marcaba la vuelta 22. Entonces Vettel mandaba, pero con el escaso margen de apenas dos y tres segundos sobre Rosberg. De hecho, vía radio le reclamaron calma, que obtuviera ventaja sobre su compatriota de forma progresiva, no radicalmente, para evitar la exposición de sus gomas a un posible pinchazo.

abandono de vettel Aguantó Vettel el envite hasta el giro 41 a Silverstone, copando el certamen; Alonso ya se había quitado de en medio a Sutil, que tuvo un toque con otro piloto, pero perdió plaza con Webber, que venía inconmensurable.

El parón del bólido Red Bull de Vettel adulteró más la situación. Rosberg, tercero en discordia, como por obra divina asumió el liderato. Y como la máquina del líder del Mundial quedó en medio de la pista, accedió al asfalto por segunda vez el safety car. Alonso, en una certera decisión estratégica, pasó por boxes aprovechando el contexto y montó calzos nuevos, a diferencia de todos cuantos rodaban delante.

Así, en las apenas seis vueltas restantes que quedaron tras el relanzamiento de la carrera, el asturiano avanzó desde la octava plaza, que es donde le dejó la visita al garaje, hasta la tercera. En ese lapso vio cómo Checo Pérez reventaba su neumático y con reflejos pudo esquivarle. "No esperábamos ningún milagro, pero al final hemos logrado una gran posición, pese a que hemos salido bastante mal. Fue una buena carrera. Y muy afortunada. No por los neumáticos, pero sí por el retiro de Vettel. Al final fue un muy buen domingo", valoró. Si bien, Alonso quiso ser prudente y realista, sin omitir la verdad. "Con todo, acabar en el podio es una buena noticia, sin olvidar que hemos tenido un fin de semana difícil. Intentaremos ser más fuertes y sufrir menos el próximo. Por eso los sentimientos son encontrados: feliz por los puntos que descontamos, pero hay mucho trabajo que hacer. Debemos mejorar", exigió.

Alonso ha recortado 15 puntos en el Mundial y reside a 21 del líder Vettel, pero como si fuera producto de una alucinación, porque sin percances ajenos bien pudiera haber perdido un fragmento del título. El caprichoso destino, sin embargo, quiso trazar sonrisas para él y Rosberg.