Los Euskal Kirolaren DEIA Sariak, que ayer alcanzaron su trigésimo cuarta edición, no son premios para estar en un museo. Como bien destacó Iñigo Camino, el director de DEIA, "son premios en muy buena forma", galardones que distinguen a los deportistas vascos más destacados de 2010. Triunfadores que se dieron cita en el atrio del Museo dispuestos a disfrutar de una velada junto al resto de galardonados. La alcurnia de la cita, el cariño que los deportistas sienten por estos premios, lo refleja la actitud de Efrén Vázquez. El domingo, el piloto de Rekalde finalizó en la cuarta posición la primera de las carreras que componen el calendario del Mundial de 125 centímetros cúbicos. Y lo hizo en Catar. A miles de kilómetros de Euskadi. Ayer por la mañana, él y su mánager, Herri Torrontegi, cogieron un avión en Doha, volaron once horas hasta Madrid, donde tuvieron una escala de dos horas antes de partir hacia Loiu. Y del aeropuerto al Guggenheim sin pasar por casa. Un esfuerzo que merecía más de un premio.
Desde Gasteiz llegó la representación del Saski Baskonia que hoy afronta el primer paso en la eliminatoria que les enfrenta al Maccabi de Tel-Aviv. La que les separa de una nueva Final Four. Alfonso Churruca, su relaciones externas, se mostraba entusiasmado con el galardón y solo puso un pero a la fiesta: "No me habéis dejado hablar". La culpa hay que echársela a Xabier Lapitz y Eider Hurtado, los maestros de ceremonias que evitaron así un monólogo interminable.
Jokin Aperribay, el presidente de la Real Sociedad, destacó a orillas de la Ría su convencimiento de que "mucha gente en Bizkaia se alegró del ascenso de la Real" y abogó porque el fútbol vasco vuelva a ser "una gran familia". Y para demostrar la buena relación existente entre el deporte de los dos territorios históricos bastó el detalle de ver a Javi Salgado, el bilbaino que toma la batuta en el Gipuzkoa Basket, compartir toda la gala a pie de escenario junto a Marko Banic, el hombre referencia en el Bilbao Basket. Ambos habían saludado antes a su antiguo jefe, un Txus Vidorreta que también se metió una buena dosis de kilómetros para recibir su trofeo. El de Indautxu lució moreno de Alicante, pero está a la espera de un premio aún mayor: el nacimiento de su segundo hijo.
Juan Ignacio Vidarte, director del Museo Guggenheim, ejerció de perfecto anfitrión, mientras departía con Fernando García Macua, el presidente de un Athletic que copó los premios con más historia de los medios de comunicación vascos. Javi Martínez, que se hizo con el Trofeo a la Regularidad, y Markel Susaeta, que se confirmó como el mejor asistente rojiblanco y levantó el Trofeo al Último Pase, fueron los padrinos de un Gaizka Toquero que se estrenaba en los Premios DEIA. El centrocampista navarro realizó el camino inverso de otros premiados, ya que tras recoger su doble galardón, también se hizo acreedor al premio al Mejor Deportista Vasco, salió volando, nunca mejor dicho, hacia Madrid donde hoy comenzará la concentración con la selección.
El diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao, y el alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, no faltaron a una fiesta en la que entregaron premios y en la que les recordaron su actuación en el frontón Bizkaia.
Y no faltó un sentido homenaje para Juan Carlos Urrutxurtu, un hombre que amó el deporte, que luchó porque el equipo Euskadi fuera un referente del ciclismo y que previó el éxito del Guggenheim. Ayer todo se aunó en su memoria.