El hospital, más conocido como de Urduliz, no se llama así. Se llama Alfredo Espinosa, en homenaje al primer Consejero de Sanidad que tuvo el Gobierno Vasco y que fue fusilado en 1937. Y si nadie le llama al Ramón y Cajal el Hospital de Fuencarral, por el barrio de Madrid donde está situado, no sé por qué casi todos los médicos y personal hospital sanitario le llaman al Espinosa el hospital de Urduliz. Seguramente porque no conocen la gesta heroica que hay tras este glorioso nombre. Desgraciadamente las personas desaparecidas son definitivamente olvidadas si no se les nombra, aunque hayan sido un ejemplo de ciudadanía y responsabilidad.

Javier Aguirre Bilbao fue el primer alcalde de Getxo en 1979 tras la muerte de Franco. En 1980 fue designado Consejero del Departamento de Sanidad y en 1984, parlamentario en el Parlamento Vasco. Allí le conocí más directamente, aunque en 1981 fui a su despacho con una encomienda del también consejero de Industria en 1936, Santiago Aznar. Este le pedía se le recordara al primer consejero de Sanidad asesinado y se creara una galería de retratos en su Departamento, para que se viera que el Gobierno Garaikoetxea era una continuidad del de Agirre de 1936. El consejero Xabier Agirre aceptó gustosamente la iniciativa y se publicó un folleto con un prólogo muy bonito que escribió y allí está expuesto en una galería el consejero traicionado. 

Posteriormente, el Lehendakari Ibarretxe en un acto conmemorativo celebrado en Gernika leyó con emoción la carta de despedida que le había dirigido el Consejero Espinosa a punto de ser fusilado. La Villa de Bilbao le dedicó una calle, ya que fue su concejal en el consistorio presidido por Ernesto Ercoreca y se le puso de nombre al mal llamado Hospital de Urduliz, el de Alfredo Espinosa. Estamos hablando de un ministro del gobierno vasco fusilado. El primero, el de Sanidad.

La despedida

Santiago Aznar, asimismo concejal de Bilbao con Espinosa, y compañero de gobierno, me habló mucho del republicano y gran médico vocacional Espinosa y me entregó las fotografías que habían hecho de su carta de despedida manuscrita dirigida al lehendakari Agirre. Y es que la despedida, se las trae. Dice así:

“Excelentísimo Señor Presidente del Gobierno Provisional de Euzkadi,

Sr. D. José Antonio Aguirre

Mi querido amigo y compañero:

Me dirijo a ti en nombre de todo el Gobierno momentos antes de ser ejecutado en la prisión de Vitoria. Como sabrás, caímos prisioneros en la playa de Zarauz por avería del avión o traición del piloto Yanguas. He sido juzgado y condenado a muerte y hoy dentro de dos horas será cumplida la sentencia. Como verás tengo firme el pulso y no me asusta la muerte, pero he pasado unos días tremendamente amargos en espera de ser ejecutado, con la terrible inquietud de esperar el minuto en que había de morir.

Quiero dirigirte un ruego, antes de que vuelva al seno de la tierra, y es el siguiente. Cuando condenen los tribunales a alguno a muerte mi voto desde el otro mundo es siempre por el indulto, pues pienso en que pueda tener madre o esposa e hijos, y la terrible condena siempre la sufrirán personas inocentes. Pídeles tú a mis compañeros en mi nombre lo que yo te pido y os suplico no ejerzáis represalias con los presos que hoy tenéis, pues bastante han sufrido como sufro yo. Al que no esté procesado en estos momentos ponerlo en libertad sin que esto quiera decir que no estén vigilados.

Dile a nuestro pueblo que un consejero del Gobierno muere como un valiente y que, gustoso, ofrenda su vida por la libertad del mismo. Diles, asimismo, que pienso en todos ellos con toda mi alma y que muero no por nada deshonroso sino todo lo contrario, por defender sus libertades y sus conquistas legítimamente ganadas en tantos años de lucha, que mi muerte sirva de ejemplo y de algo útil en esta lucha cruel y horrible.

Mi mujer y mis hijos están en Biarritz, Rue Boncher, nº 21, Villa France. Te ruego que la paga que yo recibía como consejero la cobren ellos allí y si el triunfo es nuestro no los abandonéis sino que de tu gran corazón espero sepáis atenderlos lo mejor posible, pues no tienen más amparo que yo.

Asimismo, te ruego dejes salir de España para dirigirse a Francia a mi padre, el Presidente del Tribunal Popular; a mi hermano Manuel, teniente de infantería; a mi suegro, Manuel Gómez Mazo; y a mi entrañable amigo Juan Sobiaga, asimismo, teniente de la misma arma.

A todos mis compañeros de Gobierno un abrazo muy fuerte, abrazo de amigo y de hermano de lucha y sacrificio en esta guerra terrible y cruel.

Mis pobres hijos, háblales, cuando sean mayores, de su padre, diles que les he querido con toda mi alma y que sigan mi ejemplo, que quieran a su pueblo como yo le quise y si puedes consolar a mi pobre mujer, tu que tienes talento, hazlo, pues pensando en ella se desgarra mi alma. Ayer creo que fusilaron a Lauaxeta, otro mártir más, hay muchos condenados a muerte. Haced el canje lo antes posible de todos ellos, pues la vida en esas condiciones es terrible y cuanto hagáis por mitigar sus dolores será bien poco, pues todos ellos sufren lo mismo que he sufrido yo y el pobre capitán Aguirre que, conmigo, iba a cumplir su deber en Bilbao o en Santander. Cuando tantos compañeros nuestros huían con rumbo a Francia, nosotros íbamos a cumplir con nuestro deber. Él también tiene hijos en Barcelona. No los desamparéis y protegerlos vosotros.

Termino, pues no tengo tiempo para más, pues falta muy poco tiempo para la ejecución. Háblales a todos de la virtud del deber cumplido y diles que es preferible la muerte a traicionar las virtudes y el alma de una raza.

Te repito lo de mis hijos y lo de mi mujer: no los abandonéis, por Dios te lo pido.

Nada más, querido amigo y siempre Presidente. Un abrazo muy fuerte y ¡Gora Euzkadi! y ¡Viva la República! Cuando la historia nos juzgue a todo, sabrán que nosotros hicimos lo indecible por evitar la muerte a los presos y por conservar el respeto absoluto a toda idea opuesta a la nuestra.

Te abrazo hasta siempre.

Alfredo Espinosa Oribe. Prisión de Vitoria. 24 de junio de 1937”.

Tremenda carta. Para esculpir. El 26 de Junio de 1.937, Alfredo Espinosa y Orive, primer Consejero de Sanidad del Gobierno Vasco, moría fusilado en Vitoria-Gasteiz, junto con el poeta Esteban Urkiaga “Lauaxeta”, el Comandante Aguirre de la artillería vasca y otros patriotas vas­cos, también condenados por sentencia sumarísima de un Tribunal de guerra del ejército fran­quista, que acababa de ocupar nuestro territorio con ayuda italiana y alemana. La detención del Dr. Espinosa, se realizó en Zarautz, al aterrizar en la playa el avión que le trasladaba desde Baiona, donde cumplía un mandato del Gobierno Vasco supervisando la eva­cuación de los niños del Sanatorio de Górliz y gestionando suministros sanitarios. El avión no pudo llegar, por traición del piloto Yanguas a su destino en Santoña, donde el Dr. Espinosa se iba a in­corporar a su responsabilidad de Ministro del Gobierno Vasco. Contrasta su valor y sentido del deber, incorporándose a un Gobierno en situación desesperada, con la traición del piloto.

Como decía Gabriel Aresti refiriéndose precisamente a Lauaxeta y a otros tres poetas euskeldunes, “vuestra vida no fué ofrecida en vano, que aún muertos, proseguís dentro de no­sotros, que florecéis en nuestro interior aún todavía”.)

Manuel Campomanes

Hace un mes recibí un correo de Piedad Campomanes, nieta de quien fuera el Consejero republicano de Sanidad, sucesor de Alfredo Espinosa. Había escrito yo un trabajo sobre ”Los Consejeros del Gobierno Vasco” y ella me decía:

“Mirando su artículo indican que hay pocas fotos de aquella época. Tengo en mi poder no una foto, sino un dibujo en carboncillo de mi abuelo Manuel Campomanes, en la cárcel de Puerto Sta. María (Cádiz) en el año 1939. Está realizada de cuerpo entero por un compañero de celda y firmada. Si les interesa me lo indican a mi dirección y se la envío Saludos. Piedad Campomanes”.

Me llevé una alegría pues siempre habíamos querido tener un contacto con la familia del Consejero pero no lo habíamos conseguido por lo que le contesté inmediatamente.

Pero, ¿quién fue Campomanes?.

Manuel Campomanes era asturiano. Se casó en Asturias (en un pueblo de la Cuenca Minera) y, junto a su mujer y tres hijos, se trasladó a Bilbao. Poco después se afincó en Barakaldo donde abrió una sastrería. Era republicano y, además, afiliado a la UGT. Con la entrada de los franquistas fue detenido, aunque poco después fue puesto en libertad. Se integró en la Resistencia (Junta de Resistencia). Volvió a ser detenido y esta vez logró huir y cruzar la frontera. Para entonces ya había sido nombrado Consejero por el Lehendakari Agirre para cubrir la vacante dejada en su día por Alfredo Espinosa. Su nombre no fue publicado hasta tiempo después, ya que, en el momento del mismo, estaba en la clandestinidad. Su primera reunión la tuvo en 1949. Dejó su puesto en 1965 por razones de salud, falleciendo poco después. Había enviudado y, en Francia, volvió a casarse y tuvo tres hijos más.

Tras el contacto con su nieta le pedí algún dato más y alguna fotografía. Me contestó lo siguiente:

“Hola, encantada de su recibimiento.

Son muy pocas las fotos que tenemos de aquella época, sólo algunas familiares de cuando mi abuelo estaba viviendo en Francia. Ninguna que les pueda interesar (creo) aunque preguntaré a mis tíos en Francia (hijos de mi abuelo Manuel nacidos allí y de una edad similar a la mía) a ver si tienen algo significativo. En cuanto al dibujo, le adjunto una imagen. Es un dibujo de aprox. 80x60 y sé que se perderá así que si les interesa puedo llevárselo personalmente a la dirección que me indiquen ya que tengo intención de ir a Bilbao el día 14 y 15 del próximo mes de octubre. En el dibujo se incorporó una foto del gobierno en el exilio (que seguro tienen) y dos escudos, el de Euzkadi y el de Catalunya ya que vinimos a vivir aquí por cuestiones laborales ya hace años. Saludos y espero su contestación.  Piedad”.

Le contestamos y este lunes Piedad le entregó a Marian en la Fundación Sabino Arana el dibujo de su abuelo. Ella vive en Girona. Fue muy amable.

Asimismo el día de Alderdi Eguna conversé con el actual consejero de Sanidad, Alberto Martínez, y le conté estas historias. Me atendió muy amablemente y quedó en poner en la galería del Departamento la fotografía del segundo Consejero de Sanidad, del que tan poco sabíamos. Son historias de exilio, guerra, persecución, humanidad y altruismo. Una de las muchas historias que forman parte de nuestra institucionalidad e identidad.

Comentada esta vivencia con el Lehendakari Ibarretxe me acaba de contestar lo siguiente, que resume todo un homenaje: “Efectivamente, yo tuve el honor de leer la carta original manuscrita que el Sailburu Espinosa envió al Lehendakari Agirre. Es un testimonio desgarrador que denota una gran altura ética y moral y que supuso uno de los momentos más emocionantes de mi vida política. ¡¡¡Era muy muy grande aquella gente!!!”.