EN un artículo que publiqué en este diario el pasado 19 de enero a raíz de los temporales que tuvimos en Euskadi y que provocaron desbordamientos de ríos y algunas inundaciones, venía a decir que no eran una cosa nueva. Y, es que en Euskadi existen cien zonas de especial riesgo de inundaciones, que se sitúan sobre todo en la vertiente cantábrica y que abarcan una longitud fluvial superior a los 400 kilómetros, según se recoge en los documentos que, en cumplimiento de la normativa europea, se han realizado para identificar estos puntos en nuestra comunidad”, a lo cual también añadía que “la magnitud y los efectos de las inundaciones no solo dependen de aspectos meteorológicos, sino también de las características propias del terreno, como son los tipos y usos del suelo, el tipo y la distribución de la vegetación, la litología –la litología se dedica al estudio de las propiedades químicas y físicas de las rocas–, las características de la red de drenaje y de saneamiento, la magnitud de las pendientes de la cuenca, la cobertura forestal existente, las obras realizadas en los cauces, etcétera.

Pues bien, la Sociedad Pública de Gestión Ambiental del Gobierno vasco Ihobe acaba de publicar el estudio Inundación pluvial asociada a eventos extremos de precipitación en escenarios de cambio climático para el País Vasco, donde se profundiza en las inundaciones causadas por la lluvia ante el aumento previsto para estos eventos meteorológicos en Euskadi.

Como se dice en la publicación de Ihobe, tradicionalmente los estudios relativos a la probabilidad de que se produzca una inundación han estado centrados en el fenómeno de inundación fluvial. Sin embargo, en Euskadi, muchas de las inundaciones son de origen pluvial. Este tipo de inundaciones son causadas por precipitaciones intensas de corta duración, que dan lugar a potenciales impactos en los núcleos urbanos ya que es donde se concentra una mayor proporción de infraestructuras y equipamientos, y es donde se originan debido a la alta impermeabilidad del terreno, donde el grado de artificialización del terreno hace que las redes de drenaje y saneamiento no den más de sí y, por tanto, el drenaje sea insuficiente.

El interesante documento de Ihobe analiza las lluvias torrenciales en la situación y en escenarios de cambio climático en el período 2041-2070, así como su efecto en la inundación pluvial. La nueva publicación de Ihobe pretende servir como herramienta para identificar de forma preliminar las zonas potencialmente críticas que podrían verse afectadas por la inundabilidad pluvial, tanto en la actualidad como en escenarios futuros de cambio climático, priorizando estudios específicos que contemplan la definición de zonas de actuación prioritarias en materia de adaptación.

¿Son evitables las inundaciones?

La publicación de Ihobe caracteriza los eventos extremos de precipitación para diferentes escenarios y define las lluvias de diseño con el fin de servir como modelo de efectos sobre el territorio de Euskadi. Para caracterizar los eventos extremos del escenario actual el estudio define los umbrales a partir del cálculo de los períodos de retorno de las precipitaciones máximas registradas en las estaciones meteorológicas del País Vasco. Así, el escenario futuro de cambio climático se ha caracterizado a partir del análisis de indicadores de precipitación máxima.

Los resultados obtenidos en este estudio servirán para la elaboración de otros estudios como, por ejemplo, una modelización a microescala en los puntos críticos identificados que sirva para cuantificar el impacto sobre la población y las infraestructuras afectadas o como aporte a un análisis combinado con otros fenómenos de inundación como son la fluvial y la costera junto con otros agentes clave en la gestión de inundaciones.

En el escenario de emergencia climática en el que estamos, las proyecciones de precipitación extrema auguran un incremento en la torrencialidad de las precipitaciones. Según las previsiones recogidas en el estudio, en el periodo 2041-2070 se producirá un incremento de en torno al 20% de la precipitación intensa en Euskadi debido al cambio climático. Los datos obtenidos concuerdan con el comportamiento observado en otros estudios locales.

Por otra parte, la investigación identifica potenciales zonas inundables a lo largo de la mayor parte de los cursos y márgenes fluviales de la vertiente cantábrica. El escenario de cambio climático más pesimista, previsto para dentro de 20 años predice un incremento en la inundabilidad, especialmente en la vertiente cantábrica, donde se observa un aumento de entre el 10% y el 20%, mientras que en la vertiente mediterránea este aumento sería superior al 20%.

De acuerdo con los resultados obtenidos tras la simulación del evento de lluvia bajo ambos escenarios, los núcleos urbanos experimentarán previsiblemente zonas potencialmente críticas ante el fenómeno de inundación pluvial debido a que recogen manchas de inundación con un calado superior a un metro.

En cuanto al ámbito municipal, la publicación de Ihobe recoge que las zonas inundables de ambos escenarios se localizan principalmente a lo largo de la mayor parte de los cursos y márgenes fluviales de la vertiente cantábrica, y, en especial, en los ríos del Nervión, Ibaizabal, Butroe, Bakio, Oka, Lea, Artibai, Deba, Urola, Oria, Urumea y Bidasoa. En la vertiente mediterránea, se aprecia principalmente en los ríos Baia, Zadorra, Ihuda, Izki, Berrón y Ega.

Sin duda, el estudio realizado por la Sociedad Pública de Gestión Ambiental del Gobierno Vasco Ihobe es muy importante ya que permite analizar la influencia de estos eventos extremos de lluvia y poder responder de forma adecuada a la gestión de los recursos hídricos y ayudar a prevenir los impactos y riesgos que puedan provocar estos fenómenos extremos.

Y, respondiendo al título de este artículo “¿Las inundaciones son inevitables?”, diré que sí son inevitables y será necesario convivir con el riesgo de inundación y educar para ello, como ha señalado en repetidas ocasiones el investigador y catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante, Jorge Olcina, aunque lo que se debe hacer es la actuación preventiva en zonas vulnerables para reducir su riesgo. En este sentido, ya que estamos hablando de inundaciones de tipo pluvial, y ante la incapacidad manifestada por los sistemas de alcantarillado convencionales de hacer frente a nuevos desarrollos urbanos, así como a los caudales circulantes en situaciones de fuerte intensidad horaria, es muy importante la inserción de sistemas de drenaje urbano sostenible (SUDS), o infraestructuras verdes en los planes urbanísticos, sistemas que promueven una menor impermeabilización del suelo, lo que genera una menor cantidad de escorrentía, entre otros beneficios, como ya se viene haciendo en algunos lugares. l

Experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente