M ARI Tere, mi madre, no era mujer de estudios ni de retórica académica. Su saber estaba curtido por la experiencia del día a día que le permitía desarrollar una ironía auténtica. A ella le gustaba decir que de joven había estudiado “al lado de un colegio de pago”. De ahí que atesorase una cultura popular que te inducía, en más de un momento, a la carcajada.

Ama tenía una gracia innata y una virtud/defecto que la hacían única en sinceridad: decía lo primero que le venía a la boca. Esto es, que decía lo que pensaba sin pensar en qué decía.

Como todo prototipo de sabiduría popular que se precie, Mari Tere utilizaba frases hechas de compleja traducción. Hablaba de “hacerse el longuis” (“longui” en idioma caló significa “inocente”), de comer “solimau” (solimán es una sustancia corrosiva compuesta por cloro y mercurio) o , en su caso, echaba mano de dichos y proverbios para ilustrar su pensamiento (“con disimulo, me rasco el culo” o, “alábate mierda, que el río te lleva”). Entre éstos solía repetir uno que usaba para reflejar tus contradicciones: “El burro le llama al caballo orejotas”.

Al leer los periódicos el pasado jueves me acordé instintivamente de aquella sentencia. Como es ya conocido, las ejecutivas del PNV han trasladado a sus correspondientes bases de afiliación, unas propuestas de candidaturas para ser sometidas a elección interna de cara a los comicios municipales y forales que se desarrollarán en mayo del año que viene.

En las alternativas enviadas a las organizaciones municipales se destaca la inclusión de tres mujeres como cabezas de lista a pugnar por la presidencia de dos gobiernos forales y una más para la alcaldía de una de las tres capitales vascas. Por primera vez en la historia, el partido jeltzale proponía a tres mujeres para ostentar la máxima responsabilidad foral y municipal. Se trataba de Eider Mendoza —Diputación de Gipuzkoa—, Elixabete Etxanobe —Diputación de Bizkaia— y Beatriz Artolazabal —Ayuntamiento de Vitoria/Gasteiz—.

Tal hecho, insólito en el devenir político vasco, permitirá, siempre que los electores así estimen, que tres mujeres alcancen los niveles más altos de representación institucional en la comunidad vasca. Esta apuesta del nacionalismo democrático ha sido posible por la decidida voluntad de la organización jeltzale por avanzar en la igualdad efectiva de género, tanto en sus estructuras internas como en su representación pública.

La ausencia de mujeres, hasta ahora, en la estructura de liderazgo del PNV suponía un déficit constatable en la imagen pública e interna del nacionalismo democrático. La escucha activa exterior y la demanda de la afiliación, que al igual del conjunto de la sociedad vasca exige dar más pasos hacia la igualdad efectiva de género en todas las estructuras de nuestro país, ha tenido reflejo en este primer pero importante paso experimentado por el principal partido de Euskadi. Además de este significativo avance hacia la igualdad de oportunidades, las candidaturas propuestas evidencian un valor añadido más; la capacidad del PNV de regeneración y de relevo interno.

Sin embargo, pese a que la lectura del “movimiento” producido por los jeltzales no deja duda de su compromiso por la renovación y por la igualdad, hay quien no lo interpreta así.

El diario cabecera de “Vocento” llegaba a editorializar el jueves sobre esto. Apunte editorial que titulaba “Exceso de masculinidad”

“Los cinco lehendakaris, 22 diputados generales y 10 alcaldes de sus capitales que suma desde el inicio de la transición —señalaba “El Correo”— han sido todos varones. Durante la mayor parte de este periodo, al frente del Gobierno vasco, de las diputaciones forales y esos ayuntamientos ha estado el PNV que es el único partido vasco que no ha tenido a una mujer como máxima responsable de su ejecutiva ni ha presentado ninguna candidata a los puestos institucionales más relevantes de nuestra comunidad”.

“Pese a su fino olfato para captar la sensibilidad de la sociedad —sentenciaba el periódico conservador—, el PNV ha sido la última fuerza en otorgar ese protagonismo a la presencia femenina en sus candidaturas de mayor peso. Su rectificación es una prueba de normalidad. Una normalidad que solo será total cuando se imponga la igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres, de forma que la valía personal sea la única vara de medir para alcanzar las más altas cotas de poder en cualquier ámbito”.

Estoy seguro que el PNV sabrá “leer” con deportividad los reproches incorporados en el editorial de “El Correo”. Incluso aceptará de buen grado autocrítico alguna de las realidades expuestas, incontestables en el tiempo. Pero resulta curiosa la última afirmación del editorialista al apuntar que los cuadros dirigentes y representativos del PNV no se han formado hasta ahora por meritocracia o como consecuencia de la “valía personal”. Insólita denuncia del “burro” que llama “orejotas” al caballo.

Vocento tiene 13 representantes en su Consejo de Administración. Nueve varones y cuatro mujeres (ninguna entre los tres cargos de su cúpula). Además, dicha empresa edita un total de 15 periódicos (14 llamados de “prensa local” y el ABC de tirada estatal). En ellos tan solo tres mujeres dirigen sus tabloides

Vayamos al periódico que publica el apunte editorial. El cuadro directivo de “El Correo” está compuesto por 34 altos cargos (director, subdirectores, adjunto, jefes de área y de sección). De ellos 27 son hombres y tan solo 7 mujeres (1 subdirectora).

Con todos estos datos a la vista, valdría considerar que nuestro insigne grupo editorial podría aplicarse para sí el título de “Exceso de masculinidad” o, cuando menos, reconocer una sobredosis de testosterona en su estructura. Sin más; “consejos vendo que para mí no tengo”.

El segundo caso paradigmático de “vergüenza ajena” ha tenido como origen las reacciones generadas por el acuerdo alcanzado por el PNV con el gobierno español y que permitirá el reconocimiento legal de selecciones deportivas vascas en competiciones de ámbito internacional.

En el marco de la negociación presupuestaria, el Partido Nacionalista Vasco había exigido al PSOE el cumplimiento de uno de los compromisos suscritos por ambas formaciones con motivo de la investidura de Pedro Sánchez; la búsqueda de cauces para el reconocimiento de la Federación Vasca de Pelota en el ámbito internacional. La materialización de este compromiso llegó a modo de enmienda transaccional entre ambas formaciones en el transcurso del debate del proyecto de ley de deportes.

La enmienda se debatió el pasado martes y en una primera instancia, Mertxe Aizpurua, portavoz de EH Bildu, anunció en la tribuna parlamentaria la decisión de su grupo de abstenerse y no apoyar la iniciativa. Sin embargo desde que anunciara su abstención —consta en las grabaciones de la Cámara— y la hora efectiva del voto, los medios de comunicación recogieron profusamente el “hito histórico” que suponía el acuerdo; Euskadi contaría con el reconocimiento oficial a nivel internacional de las selecciones deportivas de pelota y surf. Un primer paso —trascendente— que abría la puerta de la oficialidad de las escuadras nacionales vascas.

La “abstención” anunciada por Aizpurua mudó con el paso de los minutos y pese a que en sus argumentos la portavoz de la Izquierda Abertzale restó valor al compromiso parlamentario —“no se recogen a todas las selecciones”—, EH Bildu terminó votando a favor de la enmienda. Otra cosa habría resultado inentendible (el fin de semana se había manifestado en Biarritz con la misma reivindicación).

Desde entonces, el logro del PNV, objetivamente positivo en si mismo, ha intentado ser devaluado por la Izquierda abertzale. Muchos de sus seguidores han salido en tromba a las redes sociales para despreciar lo conseguido. Apelaciones a que “son solo dos” las selecciones afectadas o que el acuerdo es “excluyente” pues, según ellos, imposibilita la participación de deportistas navarros o de ipar Euskadi, han tratado sin éxito de aguar lo conseguido. Hasta la propia Mertxe Aizpirua trataba de desviar la atención asegurando en un tuit que el éxito de la operación había sido posible “gracias al impulso de la sociedad vasca y de los movimientos a favor de la oficialidad”. Ni asomo de reconocer el papel fundamental del PNV. ¿“Impulso de la sociedad”, de los “movimientos a favor de la oficialidad”?. Sí. Mucha pancarta, mucha rueda de prensa, comunicado, manifestación… Palabras, exigencias, protestas. ¿Trabajo? ¿Logros propios? ¿Resultados? —Bat ere ez!. Como siempre cero patatero. Cero, pero a la izquierda. l

* Miembro del Euskadi Buru Batzar de EAJ-PNV