Pobre Iker. Hasta ahora le habían hecho imitaciones y chanzas en Vaya Semanita, también José Mota, Carlos Latre y Raúl Pérez en Late motiv. De estas parodias se jactaba el vitoriano, ufano de su fama; pero no contaba con que toda una serie, protagonizada por Berto Romero y Andreu Buenafuente, se fuera a cebar con él y de qué manera.

La ficción, en seis capítulos, es El otro lado, y está disponible en Movistar+, con la historia de un delirante episodio de poltergeist, siempre a las 11, en un piso del extrarradio de Barcelona con varias muertes extrañas. Ni humor ni terror, o un poco de las dos cosas, que no se entenderían sin las burlas directas a los hechiceros de la tribu que han hecho de ovnis y fantasmas una industria con miles de crédulos.

Berto encarna a Nacho Nieto, un youtuber solitario de la parapsicología con pocos suscriptores, romántico y honesto, cuyo contrario es Gorka Romero, trasunto de Iker Jiménez, de chaqueta y camisa oscuras y conductor de un programa de tanto éxito como escaso rigor sobre enigmas y mitos. Habían empezado juntos en TVE, pero les separaron la verdad y la mentira. Ambos son discípulos del Doctor Estrada, réplica de Jiménez del Oso y cuyo espíritu se hace visible en Andreu.

Hay un pequeño papel para otro pillo, del que se encarga Ramón Barea junto a personajes que recuerdan a Juan José Benítez y Javier Sierra; pero nadie se dará por aludido, por si acaso. Lo desquiciado del relato es que Buenafuente hace de Buenafuente, como Berto hace de Berto, porque sus artes como actores y cómicos son inseparables.

Iker Jiménez sale descalabrado de la sátira, lo que seguramente no mermará la audiencia de 800.000 espectadores dominicales de Cuarto Milenio. Y ya lleva años. ¡Ay!, Iker, lo más difícil de explicar es la cruda realidad.