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Rojo sobre blanco

Cuestión de protocolo en la renovación de Valverde con el Athletic

Todo el trabajo realizado desde 2022 gira sobre su persona, sus criterios, planes, aciertos, errores y ambiciones

Cuestión de protocolo en la renovación de Valverde con el AthleticEfe

El domingo caerá el telón de una campaña formidable. San Mamés y la presencia del campeón de liga y Copa darán brillo al último partido que, sin nada trascendente en juego, girará en torno a la despedida de un De Marcos que, sin hacer ruido, se ha ganado el privilegio de ingresar en el Olimpo rojiblanco. Este es el programa que culminará el que debería valorarse como el mejor año del equipo en tiempo. La afirmación podría discutirse por la ausencia de un título, no si el análisis se centra en el comportamiento de la plantilla de Ernesto Valverde.

El Athletic ha sido capaz de competir prácticamente en la totalidad de sus 54 actuaciones, solo así es posible entender la cuarta posición lograda en el campeonato de la regularidad y que avanzase hasta las semifinales en su retorno a la Europa League. Quizás, el exponente más claro de su fortaleza mental y física se condense en el arreón final: únicamente dejó de sumar dos de los quince puntos en disputa. Registro que coincidió con el duro revés encajado en el emparejamiento con el Manchester United y soportando la fuerte presión que ejercían Villarreal y Betis por arrebatarle la plaza de Champions. Sin obviar que afrontó el esprint sin sus elementos más desequilibrantes en ataque.

Y según el equipo iba aproximándose a la meta, después de cada cita, el entrenador era cuestionado en torno a su futuro. Sonrisas y excusas de manual por respuesta. Mientras algunos jugadores no podían reprimir sus deseos y lo daban por supuesto, Valverde se remitía a una fecha inconcreta para dar a conocer si estampará su firma de nuevo para, al igual que en su etapa anterior, completar un ciclo de cuatro años.

En el fondo de trata de una formalidad para la que la directiva y el propio interesando deben buscar el momento idóneo. El anuncio no puede retrasarse demasiado porque hacerlo carece de sentido. El proyecto deportivo de este Athletic se apellida Valverde, sin él estaríamos hablando de otra cosa. Todo el trabajo realizado desde que cogiera las riendas en 2022 hasta el día de hoy gira sobre su persona, sus criterios, planes, aciertos, dudas, errores y ambiciones.

Cuando tomó la determinación de postularse para el cargo, cabe que albergara sus reparos. Algo comprensible. Para un técnico absolutamente identificado con un club, ocupar su banquillo entraña un extra de responsabilidad. Al margen de cómo le fuera la feria en sus anteriores experiencias, implicaba empezar de cero y era consciente de las expectativas que su figura generaba en el entorno. De ahí que se comprometiera solo para un año, pese a que, lógicamente, la directiva entrante pretendiera consensuar un vínculo más extenso. Por todo lo apuntado, extrañó que renovase mediada la temporada, con el equipo lejos de concretar los objetivos establecidos. De hecho, luego caería inesperadamente en semifinales de Copa con Osasuna y se quedó a las puertas de ingresar en Europa.

La sensación de haber asistido a un intento fallido dio paso al despegue en el ejercicio siguiente. El rendimiento general experimentó un avance notable culminado con el título de Copa y el quinto puesto en liga, con derecho a pasear por el continente. Una dinámica sostenida que se ha prolongado hasta la fecha y sugiere que aún no se ha tocado techo, pese a que lo esté rozando.

Objetivamente, el Athletic está compitiendo al límite de sus posibilidades. Su margen de mejora acaso consista en persistir en la línea trazada en este par de años, lo que no sería moco de pavo, pero se antoja complicado que llegue mucho más arriba de los niveles en que se está moviendo en la actualidad. Tal es el reto que asumirá Valverde y será oficial en breve. ¿Antes del domingo? ¿El lunes? Qué más da si es un mero asunto de protocolo.