No pudo ser. El Athletic no fue capaz de encontrar el camino más corto para perforar la meta de Batalla al menos en un par de ocasiones. El empate supo a poco y dejó la sensación de un equipo cansado mentalmente después de una temporada cargada de emociones y partidos jugados a un altísimo nivel tanto en el plano físico como mental. No es una excusa, es una realidad. Las piernas rinden en función de lo que se entrena y estamos llegando al final del campeonato. El asunto es que la cabeza ejerce un control del cuerpo bestial y si esta no funciona, el resultado varía de manera sustancial.
El Granada se antojaba como una víctima propicia para regresar a la senda del triunfo y nada más lejos de la realidad. Los de Sandoval se encontraron con un gol que descolocó al Athletic y a partir de ahí confiaron más en sus posibilidades. Los rojiblancos estaban dubitativos y con la sensación de no haber previsto ese guion en ninguno de los planteamientos previos. Sin juego colectivo y buscando permanentemente que Nico se inventase algo se llegó al descanso con más pena que gloria. Eso sí, por lo menos con un empate que invitaba al optimismo.
Lo bueno de este equipo esta campaña es que sin brillar llega y marca. El viernes no. Pasadas las celebraciones dieron la sensación de estar más cansados de bolo que el día del Villarreal. Es curioso, pero entendible. Hubo dominio y se merodeó el área, pero sin ocasiones tan claras como para decir aquello de que no hubo fortuna. No es tan poco aquello del pasado y la mítica frase del “se han dejado ir”, para nada. Lo intentaron, pero con más ímpetu que determinación y con escaso acierto en la lectura del juego. Faltó la decisión final, el último pase.
El objetivo Champions siempre lo vi muy difícil, se aleja en tanto en cuanto ganar al equipo nazarí se antojaba obligatorio. No era algo que estuviera en la cabeza creo que de nadie a principio de temporada y con la Copa y el billete europeo en la mano estaremos todos de acuerdo en que la temporada es un éxito. Partidos como el del viernes hay que entenderlos y asimilarlos y por supuesto debe abrirnos los ojos y echar la mirada atrás. Hubo partidos en los que sí se tuvo más fortuna quizá no mereciéndola tanto.
Las actuaciones arbitrales están empezando a llenar páginas, minutos de radio y televisión en estos últimos partidos. Entre unos y otros no acaban de acertar en lo que se refiere al Athletic. El VAR por un lado y los propios árbitros por otro han encendido las alarmas en la grada. La sonora pitada con la que fue despedido Iglesias Villanueva es fruto del hartazgo que se empieza a acumular. El Comité técnico de árbitros debería dejar los comunicados a un lado y volver al origen. Es urgente una reorganización del colectivo y sobre todo una unificación de criterios. Ni ellos mismos saben lo que tienen que pitar. Se ha cambiado tantas veces de opinión que los profesionales están absolutamente vendidos. Empiezan a ser como algunos gobiernos que van a golpe de decreto. Por eso siempre digo que lo que funciona no hay que tocar. Felizmente en nuestro país la cosa funciona muy bien. Sigamos así.