NO es es nuevo, no tiene que ver con lo sucedido el pasado domingo en San Mamés. Esta herramienta que dicen que venía para ayudar, es desde su implantación un foco de problemas y de difícil digestión. Los criterios sobre su uso han ido variando con el paso de las temporadas y desde aquel primer día en el que nos ilustraban a través de las pantallas de los campos de fútbol sobre su utilización hasta hoy, parece que han pasado veinte años. Lo curioso es que el videoarbitraje en LaLiga arrancó en el curso 2018-19.

Independientemente de si se aplica o no y en qué modo y manera en cada partido, nos ofrece una novedad. Bueno, mejor dicho, una polémica. No es de recibo que depende qué árbitro y quién esté en la sala del VAR se pite una cosa u otra. El pinganillo está más activo en función de quienes son los protagonistas y eso que ahora hay expertos en la materia. Los profesionales no se fían y nadie puede asegurar que tras ver la repetición se va pitar una cosa u otra.

El asunto es que nuestro maravilloso deporte está cambiando y no precisamente para bien. El fútbol es menos fútbol y situaciones como la de la jugada del gol de Iñaki Williams hacen que los partidos sean distintos. Ahora se celebran los goles en diferido en muchas ocasiones y los abrazos que te diste se deshacen si el de la tele dice que aquello no fue legal. Es tremendo. Valverde, con muy buen criterio, dijo una frase que define maravillosamente la situación: “Esto se aleja de lo que es el fútbol”.

En las primeras rondas de Copa no hay VAR y es un alivio. Cuando un equipo marca solo hay que mirar al árbitro y al linier y si este corre hacía el centro del campo, se pude gritar con tranquilidad. Pasa lo mismo en las categorías en las que no existe esta herramienta, os puedo garantizar que la gente es más feliz. Sobre lo de que hay más justicia, está por ver.

No me gusta y solo le veo utilidad para supuestos muy determinados. La línea de gol y algunas circunstancias muy clamorosas. Los penaltis, al final, dependen de la interpretación del colegiado, las revisiones del VAR pueden desencadenar en cualquier otra cosa que no se apreció en la jugada. Sobre las manos, se puede empezar a escribir un serial. Es una locura porque para los futbolistas también ha modificado su forma de actuar. El personal está ya empezando a cansarse y el aficionado no lo acaba de entender. Tendrán que pulir el invento para que no haya un lío por jornada.