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Mesa de redacción

Igor Santamaría

Redactor

Lo llaman microeconomía

En el furgón de cola junto a Rumanía, Bulgaria, Grecia y Hungría. Ahí reposa España, y esta vez no por cantar sino por dar el cante en cuanto al índice de pobreza en Europa, según los datos del Eurostat que testan el nivel de privación material o social, es decir, la carencia de cosas esenciales como la calefacción, alimentos o hacer frente a un gasto imprevisto. Más de uno se echará las manos a la cabeza por no entender cómo esto es posible cuando los aeropuertos siempre están llenos de gente con planes metidos en sus maletas, cuando los restaurantes obligan a una cita previa para reservar mesa o cuando ves los centros comerciales atestados y convertidos casi en parques de atracciones.

Pero en todas estas localizaciones fluye la ciudadanía que permite su aforo mientras los hogares –y suerte de quien lo tiene– aglutinan a millones de personas para quien viajar forma parte solo de sus sueños, cenar es el ejercicio que realizan cuando salen a casa de un familiar en Navidad y cobijarse en un Max Center es la forma de guarecerse de la lluvia y pasar las tardes de sábado en invierno. Cuatro millones de ciudadanos arrastran severos problemas para llegar a fin de mes y son los domicilios con menores y la población extranjera quienes sufren el peor escenario. A esto lo llaman distinguir entre macro y microeconomía. A mí el único análisis que me viene es pensar cómo no se nos cae la cara de vergüenza.