Parecerá reiterativo estos día de sobreexposición a informaciones sobre los incendios que asolan la península, pero creo necesaria una reflexión escrita con las tripas sobre este drama y sus consecuencias. Tengo claro que el Estado español va a tomar medidas judiciales contra los incendiario, en concreto, endurecer las penas de cárcel. Es el eterno error de legislar en caliente ya cometido en otras ocasiones.

Porque si es cierto que incendiar un bosque no puede salir gratis, y menos cuando hay muertos sobre la mesa, las leyes específicas no suelen ser eficaces. La falta de altura de miras es un mal crónico de la Administración española. Es un quiste que, auguro, se va a volver a reproducir con un problema de Estado como son los incendios.

Apuesto a que intentarán tomar medidas, si es que son capaces de pactarlas, en torno a este tremendo drama, pero el día a día nos ha demostrado que lo harán en el corto plazo, sin un proyecto definido en tiempo y capacidades económicas y con bronca política con las comunidades autónomas que son las responsables políticas de sus territorios. Está claro que hay una realidad de falta de actividad rural, de desarrollo rural y forestal... Y también un grave cambio climático que a todos afecta. Asimismo han aparecido los increíbles y desastrosos megaincendios. No es un asunto local. Es un problema que hay que abordar con una visión global.