El tiempo vuela. A principios de junio proclamé desde esta página que ya estábamos de vacaciones y a día de hoy ya hemos bajado la persiana del BBK Live Festival y casi de San Fermines.
Todos los años la cola para los autobuses que suben a Kobetas invade el acceso al periódico. Salgas a la hora que salgas te topas con un rosario de personas diverso por edad, indumentaria, apariencia física y actitud ante la vida en todos los aspectos, incluida la sexualidad. Se diría que los tres días de festival son un canto a la libertad, ajustado a la realidad de una sociedad que, en general, asume la variedad como una conquista que no hay que dejar escapar. El acierto de BBK Live es ofrecer menús musicales para todos los gustos, pero son los espectadores los que le dan vida con su apetito por la música, la diversión y por respirar en un lugar donde todo el mundo tiene cabida.
Algo parecido ocurre en San Fermines, que para muchos jóvenes es un icono de la fiesta, donde más sentido tiene hacer gau pasa a la espera del encierro y se comparte una cerveza con un grupo llegado desde cualquier lugar del mundo.
Es verano, tiempo de alegría y libertad. Por eso llama la atención que en Kobetamendi el wifi se colapse o que un chaval que va a pasar la noche a Iruñea en fiestas se quede sin batería antes de subir al bus de vuelta. Se diría que algunos son libres hasta que llega la necesidad de consultar el móvil pasando “el mejor momento de su vida”.