El Congreso respaldó ayer la propuesta para reducir la tasa de alcohol en sangre de 0,5 a 0,2 para todos los conductores. Lo aplaudo, aunque, ya puestos, podrían haberla rebajado a 0,0 del tirón y no en plan confinamiento: ahora os encierro dos semanas, ahora otras pocas más. Llámenme radical, pero restringir el consumo de una caña a ninguna tampoco veo yo que vaya a causarle ningún trauma a nadie, existiendo la posibilidad de beberse hasta el agua de los floreros siempre que conduzcan otros o reptes educadamente hasta tu casa sin hacer paraditas para mear en la calle ni molestar a nadie.
El ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska afirmó hace unas semanas que la “sociedad española está madura” para aceptar este cambio. La “sociedad española” no sé, pero habrá muchos que se lo pasen por los mismísimos una y otra vez -seguro que han compartido barra con alguno-, así que habrá que irle dando una pensada a cómo hacer que soplen antes de llevarse a alguien por delante y, por supuesto, paguen por ello.
Varias generaciones quedamos marcadas por la campaña de la DGT de 1985, en la que el cantante Stevie Wonder decía: “Si bebes, no conduzcas”. Hoy en día sería carne de meme, pero entonces se nos quedó grabado a fuego. Casi cuarenta años después, su mensaje sigue vigente. Atrás quedaron los sol y sombra en los bares de carretera o soltar una mano del volante para dar un trago al katxi. Ya es hora de tomar la espuela.