Esta mañana he recibido la llamada de mi hermano, que está atravesando el Sahara, y me ha comentado que estaba lloviendo como si fuera el diluvio universal. ¡En el desierto más seco del planeta! La situación es bastante grave y todavía puede ir a peor. El Sahara está sufriendo un extraño e intenso episodio de lluvias y algunos lugares podrían recibir el equivalente a las precipitaciones de toda una década en unos pocos días. La población ya se está poniendo a salvo y los turistas buscan refugio en casas y hoteles en los que poder guarecerse de esta situación, que nadie recuerda haber vivido antes. Las fuertes lluvias torrenciales que golpean también al Sahel desde junio han provocado más de 550 muertos y una destrucción devastadora en países como Chad, Níger, Nigeria y Malí. Todos miran a los cielos de África. Mientras tanto, todavía hay millones de personas que creen que el cambio climático no existe. Con solo cuatro palabras -“no me lo creo”- el expresidente de EE.UU. Donald Trump tumbó 1.656 páginas de un informe que detallaba los devastadores efectos del cambio climático en la economía, la salud y el medio ambiente. Y dicen los expertos que en un hipotético segundo gobierno iría todavía más lejos. La lista de políticos negacionistas es muy amplia y, entre ellos, Abascal ha negado que el origen del cambio climático sea la actividad del hombre ya que, según argumenta, no hay pruebas que así lo acrediten.
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