ADVERTIDOS estamos: se puede correr todo lo que se quiera, pero a mitad de camino es posible que nos quedemos sin gasolina para poner fin al coche de combustión. Toda una paradoja. Bruselas se ha marcado el objetivo de prohibir la fabricación de automóviles con emisiones en 2035. Faltan 12 años y marcas que tenemos a la puerta de casa como Mercedes y Volkswagen ya están a ello. Al igual que gigantes del tamaño de Gestamp o CIE Automotive. Pero estos peces grandes se alimentan de otros más pequeños con menos cintura y recursos que tendrán que seguir suministrando escapes o bujías casi hasta el último día de producción. Así que más allá de los plazos el Gobierno vasco advirtió la semana pasada que las prisas no son buenas consejeras y que en este asunto la rigidez en los plazos puede condenar a muchas empresas. Junto a este mensaje, el lehendakari también apostó hace unos días por impulsar la industria de semiconductores vascos. Hablamos, claro, de los chips que bordan los asiáticos y que un día de estos van a ser necesarios hasta para un boli Bic. Acortar las cadenas de proveedores es un reto para el conjunto de Europa y, aunque es evidente que Euskadi no va a poder competir con los desarrollos tecnológicos punteros de los líderes actuales, merece la pena diseñar una estrategia comunitaria en la que cada economía, a su escala, aporte en función de sus fortalezas. Y a partir de ahí poner plazos realistas que puedan asumir todos los eslabones de la cadena.