ESDE el más absoluto desconocimiento de la materia, una reflexión sobre la obsesión de digitalizar el mundo educativo. Precisamente por mi destreza por debajo del nivel usuario en el diseño de sistemas de formación acostumbro a tener una opinión plana, casi de rebaño de ovejas, al respecto. Sin embargo, no me cabe ninguna duda de que no hay modelo educativo bueno si no hay buenos profesores que lo desarrollen. Y en esa tarea de bajar a pie de aula las líneas generales del sistema los buenos profesionales adaptan los objetivos a las necesidades y capacidades de los alumnos. De modo que las leyes educativas son básicamente el agua que espera en el embalse a que le llegue el momento de fluir por las tuberías hasta cada centro escolar, donde el profesorado debe gestionar el caudal. Para que el sistema funcione es necesario que el agua del embalse esté depurada, que las tuberías estén en estado óptimo y que las personas responsables de cada aula controlen con acierto el grifo. Y junto a todo ello es necesario que los recursos económicos sean suficientes y estén bien dirigidos y gestionados. En ese ámbito tengo dudas sobre si uno de los focos principales de gasto ha de ser extender el uso de ordenadores en las aulas. ¿Necesita un nativo digital más horas de pantalla al día? ¿Deben estar los niños de hoy todavía más conectados a los dispositivos electrónicos? ¿No sería más lógico conectarlos más a los libros para que en el futuro no tengan que ser migrantes analógicos?

Asier Diez Mon