UEDE que estemos ya en la Tercera Guerra Mundial y no vayamos a enterarnos hasta dentro de unos meses o años. Los ciberataques de cuya autoría Estados Unidos, la OTAN y la UE responsabilizan a China pueden haber sido el atentado de Sarajevo de 1914 o la invasión de Polonia de 1939. Lo que está claro es que la guerra del futuro (¿del presente ya?) no consistirá en ocupar territorios físicos, sino en dominar el ciberespacio. No habrá movimientos de tropas que traspasarán fronteras, ni bombardeos aéreos, ni decenas de miles de soldados hechos prisioneros, ni hospitales llenos de cuerpos desmembrados, ni cementerios de campaña con cientos de cruces blancas alineadas en perfecto y macabro orden. Será una guerra 'limpia' en la cual una potencia se hará con el control de las infraestructuras digitales de sus enemigos, hasta someterlos, sean diez países, treinta o el mundo entero. Y el inicio de eso, el bombardeo de Pearl Harbor, tal vez se haya producido ya, sin aviso previo, sin declaración oficial de inicio de las hostilidades, sin que los agredidos hayan tenido aún tiempo de tomar conciencia de lo que está ocurriendo y de lo que va a ocurrir. También es muy posible que esta acusación de lo que llamamos Occidente hacia China no sea sino un simulacro para ir engrasando la maquinaria de la guerra digital. Quizá no sean ni China ni Rusia los países que den inicio a la tercera conflagración mundial; el enemigo no tiene por qué ser tan grande. Bastan un ordenador y el suficiente ingenio.