OMO un jugador de póquer aficionado, en la guerra contra el coronavirus, Pedro Sánchez parece quedarse en los descartes con cartas que no combinan entre sí, pero que dejan abiertas varias jugadas si llega un as. En este caso, el golpe de suerte pasa por el control de la pandemia, algo en lo que trabaja hasta la extenuación un ejército de sanitarios y científicos y que a pie de trinchera está comandado por los servicios de salud de las comunidades autónomas. Ocurre que mientras llega la hora de la victoria -más cercana cada día que pasa- se echa de menos un calendario de desescalada económica que permita a cada negocio saber a qué atenerse. Es evidente que en las actuales circunstancias no es posible afinar con las fechas. Sin embargo no debería ser tan complejo ordenar las actividades comerciales en función del riesgo derivado en cada una por la exposición al contacto físico y ponerles un plazo aproximado de reapertura. El sector comercial considera "urgente" contar con esa hoja de ruta para preparar el deshielo y afirma que las tiendas de menos de 400 metros cuadrados -básicamente el comercio de barrio- tienen margen para reabrir garantizando un contacto mínimo. Todos las analistas coinciden en que la clave para evitar -más bien amortiguar- un descalabro económico es la duración del confinamiento, pero llegar a ese punto sin tener una hoja de ruta como la que ha planteado el lehendakari sería un grave error.