La gota que colma el vaso es solo eso, una insignificante gota; es posible que sea, además, la gota más pequeña de todas las que han ido llenando el vaso en cuestión, porque todo el mundo sabe que aquello de que dos cosas se parecen como dos gotas de agua es un dicho sin fundamento científico; algo así como decir que todos los chinos son iguales, que lo serán en todo caso para nosotros, lo mismo que para ellos todos los occidentales seremos iguales, o sea, que nos parecemos como dos gotas de agua. Así que si alguien se pusiera a hablar de la gota que nos ocupa, es decir, la que colma el vaso sin que sea causa de ello su tamaño relativo con respecto a las que ya estaban allí para posibilitar su acción de colmado, ese alguien podría decir: “Parece mentira que una gota tan tonta haya montado este desaguisado”. La gota puede ser la subida del precio del billete de metro en Chile, el incremento de la tasa por WhatsApp en Líbano, la eliminación de los subsidios al combustible en Ecuador o el incremento del precio del gasóleo en Francia, entre otras muchas gotas que solo se parecen entre sí en que son las que colman la paciencia de los ciudadanos, sumergidos hasta la coronilla por un sostenido chaparrón de abusos económicos y sociales de sus respectivos gobiernos. Hay mandatarios que quieren reducir a gotas bañadas de banalidad lo que es un tsunami que recorre el planeta, y son tipos fáciles de identificar porque, ellos sí, se parecen como dos gotas de agua, valga la expresión.