NO se besó ruidosamente Sánchez el dedo pulgar frente a esa militancia ilusionada que le marcaba la línea roja: ¡Con Rivera, no! Prefirió el ganador de las elecciones venir a prometer que él no pone cordones sanitarios dejando una puerta abierta a lo que a la postre parece la opción menos probable pero que no resulta del todo incierta. Ambos han comenzado un juego del gato y el ratón donde Sánchez no le pone el cordón sanitario a Rivera y Rivera no acaba de quitárselo a Sánchez. Y así parece que nos pasaremos el próximo mes, con los intermitentes instalados en ambos coches pero sin marcar a izquierda o derecha. Conviene recordar el “pacto del abrazo” que ambos firmaron en 2016 y que apostaba por un “gobierno reformista y de progreso”, insuficiente por no concitar los apoyos de Podemos. Ambos ganaron entonces el centro político pero ahora se antoja demasiado pronto empezar a fallar de golpe a las militancias y otra campaña es terreno pantanoso para las decepciones a los que te han hecho ganar las elecciones y a los que te han aupado para rascar el espacio del PP. Nos espera un mes de mareo político cargado de una escenificación a la que ya está demasiado acostumbrada la política española para que al final se acaben acercando socialistas y naranjas, uno para no depender de demasiados partidos, incluidos los independentistas, y el otro para evitar, como gran coartada para la ciaboga, que influyan en el gobierno.

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