Mañueco es tan inepto como Mazón. Igual de irresponsable y mentiroso. Jamás una comparación resultó tan precisa. Son un auténtico lastre para el PP como Ábalos, Cerdán, Ángel o Leire lo son para el PSOE. Refractarios a la buena gestión, enemigos del servicio público comprometido. A aquellos dos presidentes populares miles de voces piden su dimisión en las calles por ineficaces manifiestos; los socialistas tóxicos, a su vez, se reparten entre la cárcel, el banquillo y el repudio. Supone la cara ácida de esa polarización irritante, causante de un permanente enfrentamiento hostil que desangra la razón de Estado para encarar, sin reconocimiento de culpa compartida, políticas acordes a las clarividentes exigencias sociales, económicas y medioambientales. Indigna asistir estos días al impresentable reparto de acusaciones partidistas en medio de la propagación devastadora de llamas.
Ni siquiera el dolor de la actual tragedia forestal amaina el ímpetu acusatorio de los dos grandes partidos. Unos y otros se despellejan mientras las víctimas de esta plaga de incendios pavorosos esperan soluciones y los sufridos bomberos, más medios. Un presidente del Gobierno central repite tres años después la misma necesidad de un pacto contra los efectos del cambio climático cuando los afectados esperan otro mensaje mucho más reconfortante. El presidente autonómico de Castilla y León reduce torticeramente a “incidencias” los desastres detectados en su nefasta gestión de este siniestro, provocando brotes de lógica indignación. El mismo dirigente capaz de asegurar un día que disponía de los medios suficientes contra los múltiples fuegos y al día siguiente implorar ayuda por doquier al sentirse desbordado. Una clamorosa incompetencia a la que se van arrojando, de cada lado, más litros de gasolina y así avivar las llamaradas políticas, quizá para beneficio tan solo de los persistentes negacionistas y curtidos retrógrados. El insidioso debate en torno a Protección Civil sobra cuando todavía muchos vecinos siguen temiendo por sus casas, la naturaleza llora arrasada y las pérdidas se siguen acumulando. Otra provocada “incidencia” que tanto daño causa en medio del drama.
Precisamente cuando las banderías partidistas afilan su artillería, el llamamiento de Sánchez al pacto medioambiental causa hilaridad por el contexto belicista, aunque resulte apremiante. Queda reducido a un mensaje buenista a la búsqueda de un titular como ya ocurrió hace tres años con la misma propuesta. El mismo período de tiempo, curiosamente, que lleva metido en un cajón el necesario criterio para desarrollar cómo se articula la aprobada Ley de Montes. En la inmensa mayoría de las instituciones no hay una contundente actuación política traducida en hechos concretos y presupuestos sostenibles más allá de declaraciones bienintencionadas. La gestión forestal suena a esa asignatura maría de fácil supresión en las partidas económicas de cualquier gobierno. Los ejemplos se multiplican y las excepciones son honrosas. Juanma Moreno se lo podría explicar a Mañueco.
Ante semejante escenario, la vuelta de vacaciones al Parlamento quizá suene más atronadora que nunca. Los ánimos se han enconado con estas catástrofes en tres suelos gobernados por el PP. Feijóo y sus medios ya han elegido el discurso. El Gobierno y sus altavoces, también. Solo coinciden en acribillarse mutuamente en el reparto inclemente de acusaciones. Dan grima.
La incidencia de Peinado
En esta tediosa gresca tiene un hueco preponderante el juez Peinado. Así lo ha querido con sus pintorescas actuaciones. Sin desaliento alguno a pesar de los pescozones recibidos. Se ha propuesto sentar en el banquillo a la mujer de Sánchez y no cejará en el empeño mientras sus compañeros de toga asisten divididos al espectáculo poco edificante en varias ocasiones para la credibilidad en la Justicia.
Con todo, la gota malaya en torno a las numerosas causas que rodean al presidente del Gobierno no detiene sus perniciosos efectos. Esa reciente portada del influyente Financial Times aludiendo a su pérdida de prestigio internacional por la música ronroneante de la corrupción socialista rezuma el veneno suficiente para emponzoñar el orgullo más impenetrable.
Y aún queda por pasar a limpio el aviso trompetero de Junts y ERC antes del nuevo curso. La paz independentista catalana siempre tiene cuentas pendientes por saldar. Demasiadas incidencias a modo de turbulencias para alborotar el reenganche de la legislatura.