Ánimo, que ya estamos con los restos de serie del atracón fúnebre. Comprendan la emoción y la pena que embarga a los escribas cortesanos, empezando por el decano de todos ellos, Luis María Anson, que después de presumir de haberse tragado en la BBC casi todos los fastos, remata así su elegía en La Razón: “La Monarquía británica ha demostrado ser espejo de la modernidad más avanzada, de la tradición mejor entendida, de la comunión histórica entre el pueblo y su Monarca”.

Al editorialista del diario azulón también le baja una lagrimilla al arrimar el ascua a la sardina rojigualda: “Porque, como en España, la Corona es garantía de la defensa de los derechos constitucionales, de la unidad y de la libertad de sus ciudadanos, pero, también, el engarce entre el pasado, el presente y el futuro de la nación. La corona británica es, pues, el mejor asidero espiritual para un país que atraviesa muchas dificultades pero que sabrá superarlas”.

"“No se ha visto por allí a Pedro Sánchez, que quizás no se hubiese encontrado cómodo con tanta etiqueta sin ser protagonista, y además con corbata en un funeral religioso en honor de una reina"

Jorge Fernández Díaz (La Razón)

También el jefe de la cosa, Francisco Marhuenda, se echa unas líneas sobre los fastos. Les libero de ellas y, a cambio, les suelto a bocajarro el final del blablablá que se marca, también en La Razón, el imputado Jorge Fernández Díaz: “No se ha visto por allí a Pedro Sánchez, que quizás no se hubiese encontrado cómodo con tanta etiqueta sin ser protagonista, y además con corbata en un funeral religioso en honor de una reina, y en una abadía no católica, pero sí cristiana. Y todo ello con el Brexit. Marca RU”. Lo que son las obsesiones…

Como no podía ser de otro modo, ABC echa el resto con una primera dedicada totalmente al último adiós a Isabel II y un congo de páginas en el interior. Sin embargo, esta vez no hay editorial, así que nos conformaremos con liofilizar la columna de Ignacio Camacho. Sin ironía de ningún tipo, les cofieso que la frase final me parece muy brillante: “Una nación en horas bajas aplicándose a sí misma el bálsamo de la tradición para exorcizar el fracaso a base de rescatar lo mejor de su pasado. El esplendor histórico de la monarquía en el centro de una operación de reconquista de la autoestima perdida. (…) En cierto modo, el de ayer ha sido literalmente el funeral del siglo. Del siglo XX, para ser precisos”.

En El Mundo sí hay editorial, pero se nota a la legua que es de aliño. Y eso que el encabezado —“La Corona como símbolo de unidad”— parecía prometer más chicha. Pero no: “La monarquía británica encarnó ayer un poderoso símbolo de unidad en un momento de honda fractura en Reino Unido y grave inestabilidad mundial. La Corona convirtió el funeral de Estado de Isabel II en una rotunda demostración de poder blando, capaz de atraer la presencia de cientos de jefes de Estado –que priorizaron la ceremonia en Londres frente a los preliminares de la Asamblea de la ONU– y los ojos de miles de millones de espectadores en todo el planeta para rendir homenaje a quien durante siete décadas fue emblema de estabilidad en un mundo de turbulencias políticas, económicas y tecnológicas”.

"La querida Lilibeth siempre anteponía el deber al querer. Imitarla hubiera sido una mejor forma de despedirla”

Eduardo Álvarez (El Mundo)

Pues no. No hay alusión hispana. Esa se la reserva Eduardo Álvarez, columnero monárquico en jefe del diario de Unedisa. Juan Carlos le trae a mal traer. Y se le nota: “Qué poco se merece la Monarquía española encarnada hoy en otro rey verdaderamente ejemplar como Felipe VI que su presencia en el mayor cónclave diplomático en décadas se haya visto tan envuelta en la polémica por la asistencia de Don Juan Carlos. La querida Lilibeth siempre anteponía el deber al querer. Imitarla hubiera sido una mejor forma de despedirla”.

El catolicón y también requetemonárquico El Debate se marca un chincha y rabia como apertura: “El protocolo británico arruina los esfuerzos del Gobierno por evitar la foto de Felipe VI y Juan Carlos I”, titula. Lo que no cuenta es que los familiares mal avenidos y ni se hablaron. También se salta la mirada asesina que le lanzó Letizia Ortiz a su suegro, que no tuvo mejor ocurrencia, que echarse unas risas en pleno sepelio. Con un par, la cronista apunta: “Padre e hijo han actuado con toda naturalidad, pese al ruido mediático y político creado en torno a su reencuentro”.

"Ese Rey Juan Carlos, libertad y dignidad –a pesar de sus errores–, y esa Reina Sofía, triunfaron sobre los que no tienen otro fundamento en la vida que despedazarlos"

Alfonso Ussía (El Debate)

Con desparpajo (lean morro o jeta, si lo prefieren) mayor, Alfonso Ussía se adorna así: “Impecables tres de nuestros cuatros Reyes. Don Juan Carlos I y Doña Sofía, cumpliendo a rajatabla con el respeto y la cortesía. Ese Rey Juan Carlos, libertad y dignidad –a pesar de sus errores–, y esa Reina Sofía, triunfaron sobre los que no tienen otro fundamento en la vida que despedazarlos, especialmente al Rey. Y el Rey Felipe VI demostró e hizo gala de su condición histórica, cuadrándose ante el ataúd cubierto de Isabel II, resignando la cabeza y santiguándose. Ahí, en ese detalle falló la Reina Leticia –me gusta más con «c» que con «z»–, que nuevamente olvidó hacer en público el signo de la Cruz”.

El último desbarre, también en El Debate, lo aporta Ramón Pérez-Maura, que ve en la foto del cuarteto la baza definitiva para que el emérito salga bien librado de la querella de su ex amiga: “Y ahora que Corinna Larsen vaya a decirle al juez de la demanda civil que ha puesto en Inglaterra que el Rey Juan Carlos ya no es miembro de la Familia Real española. A ver a quién cree más el juez: a ella o al Rey Carlos III”.