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El sacacorchos

Jon Mujika

Salvemos a quien podamos

Un trasplante no es solo una operación quirúrgica: es un acto civilizatorio

Salvemos a quien podamosDeia

Hay hospitales que no salen en las postales, pero sostienen el pulso secreto de un país. El Hospital Universitario de Cruces es uno de ellos. La noticia dice que en el mes de noviembre se realizaron allí 34 trasplantes de órganos, una cifra que lo consolida como uno de los centros con mayor actividad. Detrás del número, como siempre, late la vida, que es lo único que no admite estadísticas frías.

Un trasplante no es solo una operación quirúrgica: es un acto civilizatorio. Es la prueba de que una sociedad ha decidido no rendirse al egoísmo primario del “sálvese quien pueda” y apostar por un humanismo práctico, de bata verde y manos firmes. Mientras el mundo se enzarza en discusiones estériles, en Cruces se hace algo más sencillo y más difícil a la vez: pasar la vida de unas manos a otras, como quien se presta un libro muy querido sabiendo que quizá no vuelva, pero que valía la pena compartirlo. El grito, por tanto, es otro: ¡Salvemos a quien podamos! Y qué bien suena, oigan.

La gran ventaja del trasplante es que desmiente la muerte sin negarla. La acepta, la mira de frente y le arrebata un trozo para devolverlo convertido en futuro. Un hígado que vuelve a filtrar el mundo, un corazón que aprende un nuevo ritmo, unos pulmones que estrenan aire, un riñón que filtra como una depuradora de última generación. La muerte, en estos casos, se vuelve paradójicamente fértil, como un otoño que abona la primavera de otro.

También hay una ventaja moral, poco mencionada y muy necesaria: el trasplante nos recuerda que el cuerpo no es una propiedad privada cerrada a cal y canto, sino una casa con puertas que, llegado el momento, pueden abrirse. En tiempos de trincheras ideológicas y muros mentales, la donación de órganos es una pedagogía silenciosa: nada nos pertenece del todo, ni siquiera aquello que más creemos nuestro.

Hospital público

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Que un hospital público como Cruces alcance estas cifras no es solo un éxito médico; es un triunfo colectivo. Ahí están los profesionales que vencen al cansancio, la tecnología que deja de ser fría para volverse compasiva, y sobre todo las familias que, en el instante más oscuro, toman una decisión luminosa.

Ellas son las verdaderas autoras de esta noticia. Miren estos casos y estudien el asunto bien a fondo. Mientras haya manos capaces de pasar la vida de un cuerpo a otro, todavía hay razones para confiar en el ser humano.